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La Reseña: La verdad sobre el caso Harry Quebert

portada-verdad-sobre-caso-harry-quebert_grandeCuando una de mis amigas propuso este libro como lectura conjunta para nuestro club, pensé, basándome en el apellido del autor, que me encontraría con una novela fiel al género policíaco escandinavo, de las que últimamente se han convertido en lectura de culto a la sombra de la trilogía Millennium.

Sí, ya sé lo que estáis pensando, este autor es suizo, no sueco o noruego. Pero, qué queréis, estaba en una cafetería y sin internet no soy nada. Vi la diéresis del apellido y dije: sueco, finlandés… Claro que bien pensado, casi mejor, porque si hubiera sabido a ciencia cierta que era suizo, mi referencia literaria hubiera sido Heidi, e inevitablemente me habría puesto a llorar como si no hubiera mañana. En fin…

El caso es que en cuanto que empecé a leer, me di cuenta de que aquello no tenía nada que ver con lo que yo pensaba, y que la novela de este chico (del que google me hablaba maravillas por ser un joven autor de éxito), está escrita, desde mi punto de vista, mucho más al estilo norteamericano.

Tengo que reconocer que con su libro me ocurrió lo que con la mayoría de los que he leído de Dan Brown, Tom Clancy o John Grisham, este último sobre todo uno de mis favoritos por tratar temas de suspense judicial. Es empezar la primera página y tienes la sensación de que no puedes dejar de leer hasta terminar el libro. Son, como algunos medicamentos, peligrosamente adictivos. Eso sí, yo los englobaría en el término (me lo acabo de inventar, no hacerme mucho caso) de “novela para entretener”, sin buscarle muchas más pretensiones que esa.

De todas formas, este libro tiene para mí una connotación algo diferente. Entra dentro de una nueva corriente literaria que empieza a dejarse notar entre autores jóvenes, algo que consiste en literatura, en este caso novela, que habla a su vez de literatura. Me han contado que en el caso concreto de la narrativa se le denomina “Meganovela”.

Estamos ante un libro donde el tema central es, junto con una trama policial muy bien tejida y destejida, la escritura, a su vez, de una novela de éxito. Un escritor va dándole consejos a su pupilo sobre lo que se debe o no se debe hacer para triunfar. En definitiva, la mezcla consigue atraparte de una forma genial.

En el caso del suspense, sólo puedo decir que está tan bien construido, que la historia va dando constantemente giros para que el final de la trama no sea en ningún momento evidente. Y eso es mucho en un libro de este tipo. Ahora, en relación a la parte escritor dando consejitos y autor de éxito recibiéndolos, no sería yo, si no le dedicara unas palabritas a la criatura, directamente a la cara: a mí, esas historias donde los escritores se retiran a un refugio frente al mar, para poder salir del bloqueo mental que le produce estrés… vamos, no voy a decir aquí, por respeto a la audiencia, “la gracia” que me hacen.

Al Harry Quebert este, y a su pupilo, les daba yo: mi casa y su limpieza, mis niños y sus actividades, mi trabajo (ahora mismo más bien la ausencia del mismo que es mucho peor) y mis comeduras de coco. Si son capaces los dos de escribir un best sellers con esos ingredientes añadidos, me quito el sombrero. Si no es así, les invito a leer la novela que tengo publicada, se llama “A la sombra de los tamarindos” y está escrita de un tirón, sin consejos de grandes autores y por falta de la orientación adecuada, sin ni siquiera vistas a la bahía de Cádiz.

            M. Carmen Orcero. Autora de A la sombra de los Tamarindos.

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