El mes pasado hablamos sobre la informática y su misterioso poder para ensombrecer las clarividentes almas de los hombres, convirtiendo nuestra existencia en un miserable pozo de desdichas. Pero aún queda maldad por exortizar en ese campo, hemos de hablar acerca de los videojuegos online.
Desde el apalabrados del facebook hasta el Wow, pasando por el mítico Counter Strike, o por los juegos gratuitos que saltan en pop up´s como rosquillas. Todos y cada uno de ellos se sirven de la computación y de internet para funcionar, y todos ellos son el mal. Y os diré por qué.
Para empezar, la jugabilidad online fulmina sin contemplaciones la fantasía personal del jugador de que realmente es bueno. Antes eso no pasaba, jugabas tu solito y el único que amenazaba la soberanía de tu consola era el amigo de turno que te traías a casa, y daba igual porque, como el no tenía tus juegos, le dabas una buena tunda. Y si no, pues le desenchufabas el mando.
Al menos eso es lo que hacía yo.
La tecnología de ahora permite que puedas jugar con un montón de gente a la vez, fauna que nuestro Dios internet cría y junta para que puedas jugar a la consola sin tener ni la más mínima interacción social. ¿Amigos? ¿Para qué? El confort de un buen asiento y el calor de un pc sobrecalentado es todo lo que hace falta.
Pero el principal defecto de estos juegos no es otro que su «coeficiente de absorción», no importa si es un juego en el móvil, en el ordenador, o en la consola, tiende a monopolizar el tiempo vital convirtiéndonos en aparatitodependientes o en yonkies de los videojuegos. No os riáis, existen.
No obstante, lo más odioso de los «Online games» en sí probablemente sean los jugadores, a quienes dividiremos en cuatro tipos:
El pro.
Este tipo de jugador es tan bueno que da asco, suele estar en el equipo en el que no estás tú y probablemente, si le convalidasen las horas que lleva jugando en una titulación oficial, tendría como poco un ciclo superior. Es especialmente irritante en los juegos de disparos y seguramente vive con su madre.
El novato.
Carne de cañón, si duran lo suficiente, llegan a convertirse en la clase de cabrones que tuvieron que aguantar cuando estaban empezando. Representan la vida cíclica de los juegos online.
El que es bueno, pero no tanto.
Esta es la clase de jugador más inteligente, ya que ha logrado alcanzar un delicado equilibrio entre su vida real y su vida virtual. Se alimenta principalmente de novatos, su enemigo natural es el jugador pro, quien disfruta dándole caza.
El furioso/mal perdedor.
Esta clase de jugador no suele durar mucho tiempo, se caracteriza principalmente por tener un mando abollado o un teclado que no tiene todas las teclas. Suele gritar y aunque no suele mencioar a su familia, sí suele acordarse bastante de la tuya.
En conclusión, alejados de los juegos online, que uno empieza con una inocente granja de facebook y cuando se quiere dar cuenta tiene un paladín de nivel 80 en el WOW.
Menos el Triviados, ese no, ese está bien.