No os lo voy a contar. Os lo voy a plantear de forma esquemática, por puntos, y voy a dejar que vosotros mismos saquéis vuestras propias conclusiones:
– Osiris, dios del Antiguo Egipto (Asir, en la lengua egipcia de la época), era una divinidad cuyo culto cobró una gran importancia en el Reino Medio egipcio. Esta deidad presenta muchas facetas, y una de ellas es que simboliza el grano (el producto básico para la alimentación en la Edad Antigua). El principal rival de Osiris era su hermano Set. Un buen día, Set despedazó a Osiris y repartió sus pedazos por todo Egipto. Isis, la esposa de Osiris (Aset, en egipcio), consiguió reunirlos casi todos y reconstruir a Osiris, que resucita. Pero Osiris había muerto, así que debía permanecer en el mundo de los difuntos, con lo que en el reino de los vivos no había un dios que mantuviese el orden y la justicia. Pero Isis consigue concebir (de forma milagrosa) un hijo con Osiris: Horus (Hor, en egipcio), que ocupará su lugar y se enfrentará a su némesis, Set. Así pues, Osiris muere, pero resucita, y mediante un prodigio consigue engendrar a un hijo que reina por él en la Tierra (y es rey porque su padre lo fue antes que él), mientras él aguarda en el Más Allá, convertido en el soberano del mundo de ultratumba, encargado de juzgar las almas de los difuntos cuando se presentan ante él.
– A los dioses se les dedican ofrendas. Los productos básicos que deben ser incluidos en toda ofrenda a Osiris son el pan y la cerveza (generalmente se ofrendan más cosas, pero éstos son básicos). De la misma forma que Osiris es el grano, el pan y la cerveza son el cuerpo de Osiris, ya que el pan es grano sólido y la cerveza es grano líquido.
-Para elaborar el pan y la cerveza el grano ha de ser molido primero. Es decir, el grano es “destruido” y después “renace”, se transforma en otra cosa. Así, estos alimentos representan de forma simbólica la Pasión de Osiris: el grano es destruido, pero resucita, y los seres humanos se comen y se beben el grano (se comen y se beben a Osiris), pero también lo ofrendan para sostener al dios en el Más Allá, y así el grano vuelve a crecer en la tierra, y el ciclo continúa eternamente. Gracias a la existencia de este ciclo, en el que Osiris (el grano), muere y resucita, los seres humanos pueden vivir.
– Uno de los epítetos de Osiris es Khentyimentu, que significa “el que está al frente de los occidentales”. “Occidentales” en este caso se refiere a los muertos, ya que los espíritus de los difuntos, al morir se reúnen en occidente, en el reino del sol poniente. Por otra parte, en Egipto el lado occidental es la derecha (ya que el Oeste queda a la derecha al mirar hacia el Sur, hacia el sol de mediodía).
– El hecho de que Isis reconstruya a Osiris se relaciona de forma muy importante con la cultura funeraria egipcia: Osiris es la primera momia. La momificación de los cuerpos también presenta claros paralelismos con la Pasión de Osiris: para momificar el cuerpo primero hay que sacarle las vísceras, el cerebro, etc. Y para eso hay que practicar incisiones en el cadáver: nuevamente: la destrucción para alcanzar la salvación, la muerte y el renacimiento. Porque si al difunto no se le practican los debidos rituales de forma correcta, no podrá recorrer con éxito el mundo infernal hasta presentarse en el tribunal que preside Osiris. Como curiosidad, os puedo comentar que la primera incisión que se le hace al muerto se le practica en el costado.
– Un signo jeroglífico utilizado muy a menudo para escribir el nombre de Isis representa un trono. Asimismo, es tremendamente frecuente ver representaciones estatuarias de Horus sentado en el regazo de Isis, que le hace de “silla”: Horus, el rey, sentado en su trono.
– El faraón reúne en sí dos naturalezas distintas: una viva y otra muerta. Una humana y otra divina. Una que muere y otra que perdura por toda la eternidad. En vida el faraón simboliza a Horus, el rey vivo (y de hecho, los faraones son denominados como “Horus”; por ejemplo, un egipcio no dice “el rey Ramsés”, sino “el Horus Ramsés). Y cuando muere, se convierte en una representación de Osiris, el rey muerto. No está totalmente claro si los monarcas de Egipto eran divinizados sólo a su muerte o también eran considerados dioses en vida, pero de lo que no cabe duda es que su persona tenía un importante carácter sagrado, y que al morir se transformaban en divinidades, si no lo eran antes.
– Previamente a despedazarlo, Set atrapa a Osiris en un sarcófago y lo arroja al Nilo para que se ahogue (digamos que fue el primer intento). Cuando Isis y Neftis (Nebet-hut, en egipcio) lo encuentran, Isis, con gran dolor ante lo que le ha ocurrido a su esposo, lo sostiene por la cabeza, mientras que Neftis lo sostiene por los pies.
– Horus tiene cuatro hijos, los cuales son representados en los vasos canopos, unas vasijas destinadas a contener las vísceras de los difuntos tras la momificación. Uno de los vasos tiene cabeza de hombre y otro de ave (un halcón).
Todo esto os suena de algo, ¿verdad? En alguna otra parte habéis oído algo parecido…
– Jesús de Nazaret, Jesucristo, es el hijo de Dios, concebido por un milagro, de forma prodigiosa (aunque luego la Iglesia nos venda que en realidad él, el Padre y el Espíritu Santo son todos uno, en plan los tres mosqueteros). Dios es el Señor de la Creación (un rey, en cierto modo), y Cristo, que está en la Tierra, también es llamado a menudo rey, aunque realmente no lo sea en vida (pero tiene unos cuantos títulos en ese sentido). Como todos sabemos, Jesús muere en la cruz para salvar a la humanidad, pero a los tres días resucita, y más tarde asciende a los cielos, donde está sentado a la derecha del Padre, y allí juzgan las almas de los hombres.
– En el rito de la Eucaristía, los cristianos consumen pan y vino, que representan el cuerpo y la sangre de Jesús, entrando así en comunión con él, en un acto muy simbólico.
– Cuando en Jesús está en la cruz, sacrificándose para redimir a los hombres de sus pecados, Longinus se acerca y lo hiere con su lanza en el costado.
– En el arte occidental existe una iconografía muy habitual que representa a la Virgen con el Jesús niño en su regazo. Se denomina Theotókos. En este tipo iconográfico, la Virgen está sentada en un trono, pero ella, asimismo, sirve de trono al niño Jesús.
– Jesús, en vida, reunía en sí dos naturalezas: la de hombre, la de ser humano, y la de dios, la de ser divino.
– En los cuadros del Descendimiento de la Cruz, también muy frecuentes en el arte occidental, podemos ver a las dos Marías ayudando a bajar a Jesús, sujetándolo (no en todos, que conste, hay variantes).
-Nuevamente en el mundo del arte, los cuatro evangelistas son representados habitualmente mediante animales (a esto se le llama Tetramorfos). ¿Sabíais que Juan es un ave (en este caso un águila) y Mateo es un hombre?
¡Tachán! ¿Casualidades? No lo creo. Es evidente que hay diferencias, algunas de ellas muy grandes (lo cual es lógico, ya que la diferencia temporal es enorme), pero creo que nadie podrá negar las similitudes. Es bien sabido, de toda la vida, que a lo largo de la Historia muchas religiones han influido unas en otras. El culto a Isis, sin ir más lejos, tuvo una brutal importancia en el mundo romano. Los emperadores romanos eran divinizados después de morir… No iréis a pensar que la religión cristiana era algo original. Todos sabemos que el cristianismo es una suerte de deriva de las creencias judías (al igual que el Islam), pero seguro que muchos de vosotros no os esperabais esto. Tomamos la religión hebrea, la aderezamos con influencias de mitos antiquísimos, que han tenido una gran trascendencia en la Historia del hombre… et voilà! Tenemos una religión nueva. ¿No es increíble cómo el fenómeno religioso puede permanecer en el tiempo, incluso adulterado e inserto en contextos tan distintos al original? Osiris existe desde los comienzos de la Historia Antigua de Egipto, pero como os he comentado antes, es en el Reino Medio cuando su figura es reinventada y se le da una dimensión nueva, mucho mayor, teniendo una enorme difusión. La suficiente como para sincretizarse dos milenios después con una religión que hunde sus raíces en un pueblo que se forma con mucha anterioridad, pero con posterioridad al auge de Osiris. Y es que si vimos en un número anteriorde esta revista que los judíos empiezan a poder ser rastreados históricamente en el siglo XIII antes de Cristo, el Reino Medio de Egipto se sitúa entre los siglos XXI y XVIII antes de Cristo. ¿No creéis que es fascinante?
Como último apunte, una advertencia: si conocéis la película The man from Earth (una obra de arte) y/o el documental Zeigeist: The Movie, podréis comprobar que se hace incidencia en este tipo de claros paralelismos que yo acabo de mencionar. Pero en el primer caso, no debéis olvidar que es ficción (yo no he puesto nunca a comprobar eso de que “las enseñanzas de Jesús son Budismo con acento hebreo”, y aunque no parece inverosímil, prefiero ser escéptico), y en el segundo, debéis tener en cuenta de que no deja de ser un documental bastante sensacionalista (además de que algunos detalles que comenta sobre la religión egipcia no son exactamente como los cuenta). Y lo mismo se aplica en general a otros casos similares. En la Historia existen pocas casualidades, pero de ahí a la conspiparanoia hay un abismo.
Hasta más ver, amigos!