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La reseña: La mirada de los ángeles de Camilla Läckberg

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El género de intriga es uno de mis preferidos. Me gusta leer este tipo de novela durante todo el año, pero hay algo en el verano que de alguna manera propicia que me decante por libros de este tipo. La literatura policíaca tiene para mí algo de esperanzadora. A pesar de que el argumento suela tratar normalmente sobre un asesinato horrendo, cometido en un pueblo tranquilo donde la cotidianeidad se rompe un día con el propósito de demostrar que nada ni nadie es lo que parece, creo que esta literatura tiene el poder de devolverme a la inocencia, a la creencia de que en el mundo de los buenos, o en este caso de los inteligentes, siempre habrá un héroe nacido para destruir el mal y a los malos.

De pequeña, por mis manos y por mi imaginación pasó la colección entera de “Los cinco”, con los que Enid Blyton me dejó ser detective por primera vez; me rendí ante la sagacidad de Agatha Christie, y no pude dejar de asombrarme ante la mente clarividente del prepotente Sherlock Holmes. Ahora, que parece que la novela negra se ha puesto especialmente de moda en los países nórdicos, me he acercado a ella en varias ocasiones. En este caso particular, he leído La mirada de los ángeles de Camilla Läckberg.

Puedo decir que el libro cumple con las expectativas que se buscan cuando te acercas a este mundo del suspense. Hay un asesinato, varios detectives sagaces y hasta una esposa entremetida que acaba siendo un puntal importante en la investigación (todo un clásico). Aunque yo pondría dos pegas fundamentales a la novela: en primer lugar, el libro no está mal cuando no has leído antes otro título de la misma autora. Si lo has hecho, ya la cosa deja de tener gracia, porque repite prácticamente al milímetro la estructura, el fondo y las formas…Tengo la sensación de que de alguna manera la escritora cree haber encontrado la plantilla del éxito asegurado, y se empeña en reproducir el esquema aunque, evidentemente, cambiando de asesino, de asesinado y de circunstancias. Por otra parte (advierto que esto debe ser debido a mi inutilidad para los idiomas), a veces me resultaba difícil seguir la trama debido a la dificultad de memorizar los nombres de los personajes. Cuando ya me había acostumbrado a esas letras guturales para nombrar a cada cual, la mujer le daba una vuelta de tuerca, haciendo que un personaje llamara a otro por un diminutivo cariñoso o simplemente por el apellido. Esas veces, una de dos, o volvía atrás al principio de la escena, o me dejaba llevar por la trama, intuyendo que unos renglones más abajo enseguida sabría de quien se trataba por el propio sentido de lo que la historia contaba.

Recomendado totalmente para lectores de este género, pienso que es una novela entretenida, a pesar, como he dicho antes, de que para mí ha tenido algunos inconvenientes añadidos. Tal vez, sea verdad que tengo la vista o la mente demasiado avezadas por la pasión que siempre he sentido por este tipo de novelas; o tal vez, no lo sé porque no soy crítica literaria, Camilla Läckberg ha perdido la capacidad de sorprenderme. Como siempre, esto no es más que mi opinión, cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.

            M. Carmen Orcero. Autora de A la sombra de los Tamarindos.

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