He vuelto a reencontrarme con Pérez Reverte. Y cuando digo reencontrarme, lo hago en el “buen sentido literario”, claro. No es que me haya tropezado de nuevo con el autor por alguna de las calles de Cádiz, ni que lo haya visto pasar con aire ausente por la zona de La Caleta o de La Alameda. Quiero decir que esta vez he podido hacer las paces al fin, en este libro, con el escritor que me cautivaba hace ya algunos años, y que últimamente conseguía que abandonara sin acabar, la lectura de sus obras.
Esta vez, reconozco que me ha apasionado la historia y la forma de contarla. Me habían hablado ya de esa tendencia de moda en la literatura actual que se denomina “metanovela”, palabra que paradójicamente todavía no se encuentra registrada en el Diccionario de la Real Academia de la que el autor es miembro, pero que para los que pertenecen al mundillo de las letras viene a significar novela en la que se habla de ella misma y del proceso de su escritura. En este caso, Reverte usa la técnica para convertirse además de autor en narrador e ir deshilándonos a través de los capítulos, cómo se le ocurrió escribir exactamente esta historia o cómo se las apañó para salvar los obstáculos que supone en cuanto a documentación y conocimiento de la cotidianidad, escribir un relato ambientado en el siglo XVIII.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, tengo que decir (a pesar de pecar de vanidad) que quizás uno de los aspectos que más me ha gustado de la lectura es el hecho de verme reflejada como escritora en ese proceso de búsqueda de mapas, estudio de obras contemporáneas y paseo por bibliotecas que el autor va describiendo. Aunque el resultado sea diferente, y por supuesto haya que salvar las diferencias de calidad, de éxito y profesionalidad que me separan de un escritor como Pérez Reverte, me he dado cuenta de que en realidad la técnica que seguimos todos los “escribidores de historias” es muy parecida y que la pasión es compartida.
La trama que se desarrolla es muy atractiva y engancha desde la primera página. Dos académicos de la Real Academia de la Lengua parten de España para comprar en Francia un ejemplar de la Enciclopedia de Diderot, libro prohibido en nuestro país en la época por ir en contra de los principios ideológicos y sobre todo religiosos de la España del siglo XVIII. La aventura de recorrer con los protagonistas parte de España y Francia por esos caminos es apasionante. El conocimiento del momento histórico del autor es impecable.
La parte crítica del señor Arturo, como siempre, sale a la luz en cada párrafo. Mirando un poco con la lupa con la que sabemos ver de cerca al Pérez Reverte aguerrido, está claro que la comparación con la España que vivimos actualmente y la que vivieron los personajes de su creación, queda clara cuando va dejando en nosotros una idea que vengo leyéndole desde hace mucho tiempo en sus artículos de opinión, cuando va presuponiendo a los gobernantes de entonces y los de ahora, la intención de controlar a la población mediante la supresión o merma de la educación y la cultura.
Creo, y lo digo con sinceridad y además alegrándome mucho de hacerlo, que con esta novela Pérez Reverte ha vuelto a ser el que era cuando empecé a leerlo. Espero que la siguiente sea más y mejor y que pueda decir, como esta vez, que su libro es “altamente recomendable”.
M. Carmen Orcero. Autora de A la sombra de los Tamarindos.