Poco para contar en un mes tan estival como lo es agosto, la política no da mucho de sí y hay que rebuscar para encontrar algo interesante que contar.
Bueno, rectifico, no es que no de de sí, es que tan veraniego como se siente el mes, apetece ir por otros derroteros. Así que de vacaciones nos vamos a Londres, la mítica ciudad del reino que hace poco fue noticia por el preocupante dato sobre la ablación femenina: Se calcula que 21 de cada mil mujeres sufren esta barbaridad en su capital. Parece un dato propio del tercer mundo pero es muy europeo.
¿Qué o quienes han importado esta salvajada? ¿tendrá que ver con los ya sabidos problemas del Reino Unido con la comunidad musulmana? ¿Hasta donde debe llegar la tolerancia a otra cultura – la musulmana o cualquier otra – cuando sirve de medio para expandir costumbres y tradiciones abyectas y completamente repudiables?
Según he podido leer por ahí, a diferencia del UK, Japón no tiene ningún problema con el Islam. Y no los tiene porque se lleven bien, si no porque no se llevan.Los nipones tienen tolerancia cero con esta creencia. Allí no se da residencia a musulmanes y hay una fuerte prohibición con respecto a la propagación de este credo.
Uno se pregunta si no habrá que cambiar de actitud frente a los privilegios de las religiones, saber que es mejor herir sensibilidades que arriesgar derechos y libertades. La religión ha demostrado ser en mayor o menor medida un dudoso bien con muchos males de fondo. Quizá debiéramos tomar ejemplo de la intolerancia nipona para con el Islam o con cualquier otro credo que aporta menos de lo que exige. Entretanto… Dios salve a la reina!