Saludos elípticos, cinéfil@s.
Como podíamos ver en la anterior secuencia, el editor aún no me ha despedido. Para ello tendría que haberme hecho firmar un contrato. Y pagarme. Y pagar a un par de sicarios para asegurarse. Pero pasemos a los asuntos que nos ocupan, que enseguida empiezo a divagar.
Y el primero de dichos asuntos no es poco importante. Se trata de Techo y comida, el primer largo del director y guionista Juan Miguel del Castillo, en el que nos narra las vicisitudes de Rocío (Natalia de Molina), una madre soltera y en paro que apenas tiene para comer y teme perder la tutela de su hijo de ocho años Adrián (Jaime López). Para evitar ese fatal desenlace, nuestra protagonista trata de aparentar una vida normal. Pero, como muchos sabemos, ellos no son los únicos que pasan apuros y, así, la trama se complica cuando su casero, sumido en deudas, los denuncia por no pagar el alquiler.
Suponiendo que realmente la estrenen en diciembre, será un interesante plato de realidad entre tanta psicosis navideña.
Por no bajar el nivel de drama, vamos ahora con la adaptación que Paula Ortiz ha dirigido de la conocida obra de Federico García Lorca “Bodas de Sangre”.
Bajo el título de La novia, se nos presenta esta antigua historia de un matrimonio impuesto y un amor irrompible, figuras simbólicas y tragedias románticas. Tras la advertencia de una anciana mendiga el día anterior a su boda con El Novio (Asier Etxeandía), La Novia (Inma Cuesta) huye con su amante Leonardo (Álex García), al que ha estado unida por un firme lazo desde que eran niños. Su rebeldía tendrá consecuencias poco deseables.
Para aquellos que rehuyen el cine español por norma, quizá sea conveniente mencionar que se trata de una coproducción junto a Alemania y Turquía.
Tras esta última aclaración, otra peli española: Tercer grado.
Se trata de un thriller dirigido por Geoffrey Cowper en el que Jesús Lloveras interpreta a Mark Rodríguez, un convicto que, en su primer permiso tras cinco años en la cárcel, es testigo del atraco a un furgón blindado. La crítica situación de su hermano y todo el remordimiento que nuestro protagonista arrastra, lo llevarán a tomar decisiones muy arriesgadas.
Ya desde el otro lado del charco, nos llega Dope, dirigida y escrita por Rick Famuyiwa (Colegas, Brown sugar) y con Forest Whitaker en la narración.
La cinta relata como la vida de Malcom (Shameik Moore), un chico friki que trata de sobrevivir en un barrio difícil, cambia cuando recibe una fortuíta invitación a una fiesta underground que lo llevará, junto a sus amigos, a una aventura por Los Angeles.
Una historia iniciática de la generación post hip hop con un ritmo agradable, una acertada mezcla de comedia y drama y llena de diálogos inteligentes.
Por último, una de esas cosas raras con las que me gusta arriesgarme de vez en cuando.
Se trata de Eisenstein en Guanajuato, una mezcla de biopic, comedia y romance producida por cinco países (Holanda, Méjico, Finlandia, Bélgica y Francia) que viene de la mano del prolífico pintor, documentarista, realizador y guionista Peter Greenaway.
Tras el éxito de La huelga, El acorazado Potemkin y Octubre, el director Sergei M. Eisenstein (Elmer Bäck) viajó a Estados Unidos ávido de trabajar en Hollywood tras la llegada del sonido a la industria cinematográfica. Una vez allí, las reticencias de Paramount y las presiones de la derecha conservadora lo llevaron a hasta Méjico, donde había sido invitado a encargarse de una cinta financiada de forma privada por americanos simpatizantes con el Comunismo, encabezados por la guionista Upton Sinclair.
Al margen de lo que ocurrió con la cinta, la sensual estancia de Eisenstein en Méjico resultó ser un punto de inflexión tanto en su carrera profesional como en su vida y es una historia que llevaba tiempo queriendo ser contada.
Y yo llevo tiempo queriendo tomarme una cerveza con mis amigos, así que voy a volver al mundo ‘real’ que me espera ahí fuera antes de que las temperaturas vuelvan a escribirse con un guion delante. ¡Hasta el mes que viene, chumachos!