Viva España, viva el vino y viva el tocino! Que rima y en el caldo queda muy resultón. Ya quedan lejos las elecciones, las super elecciones del cambio de la segunda transición súper chachi de la muerte. Y más que un ganador, hay un montón de losers.
Si es que ya lo de decía Aznar, España va bien. Bien para ser puta, porque estar está bien jodida. Cabe decir que, es mejor un país ingobernable que uno en el que gobiernan los de siempre y a golpe de decreto ley. ¿Habrá acuerdos? ¿Papá Noel habrá sido generoso con Mariano y le habrá traído alguna esperanza de formar gobierno en minoría? Me temo que no. Carbón para él, carbón para Sánchez y carbón para Iglesias. Todos tontos a su manera.
El madelman «socialista», por continuar con la farsa de sus anacrónicas siglas, no va a gobernar. Probablemente de hecho ni en su propia casa. La cara bonita que le valió tantos votos será, previsiblemente, menos útil para hacer pactos de lo que lo fue para llevarse a la gente al huerto electoral. Iglesias y Garzón, que para mi van juntos aunque para ellos no, perdieron por separado. Y separados irán de nuevo, para beneplácito de la derecha, que sí sabe jugar en equipo y siempre se une. Ui, salvo por Ciudadanos, claro. Rivera, de nombre Albert y de pasado tan pepero como el propio Mariano, es el gran loser de estos ya pasados comicios. Empezó muy bien, aspiraba a ganar, luego a ser segundo y al final… se quedó con las ganas. Les sobró la última semana de campaña, se les resbaló la careta y el plumero quedó al descubierto. Cosas que pasan.
Ahora es tiempo de pactos y alianzas, pero no parece haber nada germinando. Ni siquiera la semilla de una gran coalición. Ni aún con Rivera por el medio, pero nunca se sabe. Salvo en este escenario, Mariano no tiene muchas oportunidades de formar gobierno. El líder del partido que se dice socialista no deja de chocar con sus barones, regalando a Podemos una imagen de desunión de la que sacar partido electoral en un futuro encuentro con las urnas. Siguiendo esta línea estratégica, Iglesias solo tiene que dejar bien rotulados sus límites, permanecer fiel a sus votantes y esperar a que los lideres de la segunda fuerza más votada acaben de matarse entre si desmejorando la ya no muy reluciente imagen de su partido. Podríamos decir entonces que, salvo por un cambio radical en la política de pactos socialista, el candidato podemita tiene la senda bien marcada: Le convienen mucho más otras elecciónes que dar la espalda al referéndum.
Se oye mucho estos días la palabra estabilidad. Se apela al diálogo pero nadie ofrece concesiones y más que pactar y buscar puntos de encuentro parece que lo que buscan los partidos es señalar las líneas rojas de los demás y decir que son otros quienes las deben cruzar. Como poco, es una mala estrategia para negociar. Un inmovilismo que se disfraza de intento de diálogo para quedar bien de cara a la galería pero que no parece tener ninguna intención real de entendimiento.
En el ámbito económico se dice que la bolsa baja y que el país ya sufre por la vigente inestabilidad política. Algunos ven esta situación como un drama que con el amado bipartidismo jamás se produciría. Poco práctica es la estabilidad política si su precio es el libre tránsito de las voluntades democráticas. Ni los mercados son un Dios, ni la voluntad del pueblo la cabra que hay que sacrificar para complacerles. Ya han intervenido y ya se les ha complacido mucho más de lo necesario. Ahora le toca hablar al pueblo y callar a los mercados.
Y siguiendo por lo que dice el pueblo y retomando el tema de las pasadas elecciones, se dice que hubo mucha participación, pero menos de la esperada. España, querida mía, a ver que haces ahora si hay que repetir elecciones, tú que no estás acostumbrada a tener tanto donde elegir e ir a votar con tanta frecuencia. Esperemos que no sea indigesta tanta democracia de una sola sentada. Por mi que empiece el festín de papeletas, que se vote hasta que las urnas se empachen de sobres.
Alfonso Rois