¡Extra, Extra! ¡El PP promete subir un euro las pensiones por cada imputado en casos de corrupción que se ha salido de entre sus filas! ¡Las estadísticas se disparan! ¡Hay que imprimir más billetes! ¡Los abuelos son los nuevos ricos!
No creo que pase, pero sería una estrategia de esas en plan «haz de tus debilidades tus puntos fuertes» súper lograda. La guita para las pensiones no va a durar mucho de todas maneras. Estaría bien ver a mi abuelo en un Porche encendiendo puros con billetes de los grandes. Ahora sólo lo hace con los de cinco. Del monopoly. En realidad no fuma.
Sánchez y Rajoy no se aclaran, se necesitan, pero no se acaban de entender.Son como los amantes de Teruel, tonto ella y tonto él. Entretanto, Rivera, que sería el hijo que queda colgado en este conveniente matrimonio, no sabe con qué papá irse y llora sin consuelo ante el deseo de ver su rancia España unida de nuevo lejos de rupturistas y rojos que apestan a cambio. Los cambios son caca, lo sabe todo el mundo.
Aguirre se va, pero sólo de la presidencia de Madrid, seguirá ocupando su puesto como anticarmena mientras planea como encaramarse sibilinamente hacia la cúspide del poder Popular ahora que ya se ha librado del lastre de la corrupción. Mientras ningún juez, policía o ser vivo en general se atreva a descubrir lo contrario. Tampoco sería la primera vez que huye de la justicia.
Hoy se ha sabido que Rajoy ofrecerá una vicepresidencia a Sánchez y otra a Rivera. Me gusta esa forma de pensar, dar a los dos lo mismo para que nadie se cele. Política de categoría, oiga. Pura estrategia. Entretanto, Podemos se embarca en una negociación a cuatro bandas también con Sánchez, IU y Compromís. Quién sabe, quizá mañana Mariano tire la casa por la ventana y ofrezca la vicepresidencia, un plasma para ruedas de prensa y ¡hasta una una piruleta!
¿Quién da más?