Parecía inevitable la vuelta a la noria electoral, y así ha sido. Nos esperan nuevas elecciones, un excitante sube y baja de encuestas, declaraciones, debates y un largo etéctera. ¿Podrá la sociedad española aguantar de nuevo todo el vaivén electoral? ¿Es cosa mía, o ya parecemos cansados antes de empezar?
Se divisa un escenario que debiera ser emocionante por novedoso, pero sabe a pan de ayer. Pinta a replay, porque lo es un poco, pero no tanto. Preocupa, con razón, que este gusto a reposición merme la participación y la implicación de la gente en el trajín democrático. La ilusión que se dejaba ver hace unos meses amenaza con diluirse entre el hastío que ha generado el inmovilismo y la incapacidad de los candidatos para formar gobierno.
Ahora bien, si está claro eso de que dos tazas de la misma sopa son suficientes para hartar, esta segunda taza viene con más chicha. Es un escenario único. Veníamos de un modelo en el que el partido ganador no solía encontrar trabas para gobernar, ahora no sólo la formación de gobierno, sino todo le flujo democrático parace pasar por el entendimiento y los acuerdos. Se acabó gobernar a base de decretos ley. Debido precisamente a esto, quizá las estrategias sigan un enfoque más elevado que el intercambio de insultos, aunque también los haya.
También parece evidente otra cosa, ya hemos visto de qué pie cojea cada uno. Nunca antes se habían repetido unos comicios, de modo que nunca antes se habían celebrado unas elecciones con tan poco tiempo pasado entre las promesas que se hicieron y los hechos que los siguieron. Todos van a cuidarse mucho más de doña hemeroteca esta vez. A ese punto de dificultad se añade otro para los candidatos: todo este baile se va a montar con menos presupuesto, es de esperar que aunque sea por pura imagen, los partidos sean más cuidadosos con lo que gastan.
Y hay nuevos aliados, quizá Sánchez y Rivera no se hermanen de buenas a primeras pero tampoco se tirarán piedras como hicieron antes. Iglesias y Garzón podían juntarse en un intento por reimpulsar sus candidaturas y sumar esfuerzos.
¿Qué más se puede pedir, señores? Agárrense bien porque, empieza el show.
Alfonso Rois