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Columnistas: Sánchez, el amo de llaves

No ha terminado de pasar la resaca del Brexit y ya estamos en jornada de reflexión. Nos toca, no han acabado de decirnos aún las consecuencias que tendrá para los europeos y los ingleses la salida del Reino Unido  de la Unión Europea y ya estamos en la antesala de una toma de una decisión que puede determinar el rumbo que seguirá el país en los años venideros e incluso ser un punto de inflexión en la historia de nuestra democracia. ¿Un consejo? Ve y vota. Difícilmente te podrás arrepentir pasado mañana de haber participado de esa decisión.  Por lo demás, si estas elecciones tienen un protagonista claro, ese es el PSOE. Aunque vaya a quedar tercero. Sánchez es la chica con la que todos quieren bailar. Ya lo fue, pero ahora lo es más.  Hasta el coletas se viste de bueno y le come la oreja . Quizá el PP ya no le corteje como antes, más desde que le ha visto enredado con  su prima menor. Aún con todo, si los populares no cuentan con el PSOE para una gran coalición, esperan del líder socialista al menos la leve complicidad de abstenerse para que Rajoy vuelva a ser presidente. Por mucho que nos pese, esta y  no otra, es la opción por la que yo apostaría. Si apostase, que no lo hago. Los de Luckia no hacen negocio todavía con la política, al español medio le interesa menos que la liga checoslovaca.

Rara vez un tercero fue tan determinante. Resulta curioso que un partido tan diezmado y en tan baja hora tenga en su bolsillo las llaves de la Moncloa. El truco es que ellos abren la puerta, pero no pueden cruzar el umbral. Pueden  abrir cualiciones y dejar o no que otros las hagan. Una convergencia entre PP y  Ciudadanos sólo tendría éxito con la abstención del PSOE, porque lógicamente Podemos se opondría. Cómo le gustaria a Rivera estar en la camisa de Sánchez ahora mismo.  Y cómo se cambiaba ahora mismo Sánchez por cualquier otro líder socialista. Hasta por el deleznado Zapatero. Nunca lo han tenido más díficil que ahora. Respiran sintiendo el aliento de Unidos Podemos en la nuca, viendo como el sorpasso es la primera sangre  de un natural duelo entre lo viejo y lo nuevo.  El nicho electoral del PSOE es la manada en disputa.

El PP, por otro lado, se conserva muy digno, como Mariano. Han estado mejor, pero han jugado muy bien sus cartas, aparentemente, salen indemnes  y con pocos achaques de los casos de corrupción y del inmovilismo en el que han mantenido el país estos meses. Electoralmente rasguñados  sólo por los electores más escrupulosos. Siguen ahí, en la cabeza, siguiendo el mando del hombre de los mil gazapos. La asombrosa capacidad popular para sobreponerse a los escándolos y la habilidad para hacer que los deslices de los demás se midan en los mismos términos, como si se pudiera comparar en tamaño un azucarillo con una pirámide, ha hecho de los azules el partido de la inmunidad. Como si tuvieran una capa o un utensilio mágico que les protege de ser debidamente corregidos: el tupido velo de estupidez de  sus votantes. Por si fuera poco, todo apunta a que la abstención el 26J será un factor a tener en cuenta y del que, por supuesto, saldrán beneficiados. Más a su favor.

Pero volvamos de nuevo al candidato más presidencial y mas guapo. En el debate a cuatro de los candidatos, el socialista no dejaba pasar la oportunidad de recordarle a Iglesias que era culpa suya y de nadie más que un gobierno del cambio no estuviese ya en activo. Ahora que una hipotetica coalición entre socialistas y podemitas linda con la mayoría absoluta, y tras todos esos reproches, será interesante escuchar las excusas del PSOE,  si al final, tal y  como parece, rehusa unirse a  Unidos Podemos para formar gobierno.

 

 

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