Hace tiempo que no aparezco por aquí, he estado acumulando bilis como si pudiese usarla para recargar la tinta del boli y así escribir por fin con toda mi mala hostia. Luego he recordado que tengo un ordendor y me he tomado un omeprazol. No sé, quizá pueda meterle la bilis a los cartuchos de la impresora. Más barato que la tinta normal seguro que sale.
Vengo hablar de esa fiebre pandémica que desde hace un par de años se ha ido instalando en la vida normal de los españoles, tranquilos, no es la corrupción, eso lleva mucho más tiempo aquí; hablo de las apuestas. En un país donde todo el mundo cree saber de todo, apostar tenía que acabar cuajando sí o sí. Hay montones de webs, de apps y máquinas en los bares. Sí, en los bares, el habitat del sabio ibérico. Alguien está haciendo bien su trabajo.
Pues el caso es que estoy hasta el moño de las ofertas de las casas de apuestas, de oír hablar de cuotas, combinadas o de meterle un euro a esto o aquello porque si pasa te forras. Si te forras metiendo un euro, es porque no va a pasar, cojones.
De repente todo el mundo apuesta. Y se apuesta a todo, no importa si no sigues realmente el equivalente a la segunda B de la liga croata, puedes y debes apostar. Déjate un eurillo, vamos. Seguro que Hfyidowa Nji mete algun gol hoy, aunque pudiera ser un tecleo al azar y no te darías ni cuenta*. Estamos a nada, si es que no se puede hacer ya, de poder apostar a cuál de los grandes varones del PP va a ser el siguiente en ser imputado, si es que queda alguno; quién será el nuevo Papa o que sé yo; si mañana va a hacer sol o van a caer rocas de granizo como pelotas de playa Nivea. Esto último se paga fantástico, métele un euro.
Junto con la sabiduría, la mesura es también muy typical spanish.
Primero fue el póker, porque lo recordareis, todo el mundo empezó a jugar al póker y a entender de escaleras, flops y nuts. Empezaron a televisarse torneos y a ponerse de moda los maletines de fichas y cartas del chino. Hoy eso ha ido dando paso a la apuesta deportiva. En el póker había que pensar y pensar no mola. Se ve que al típico español le interesa mucho hacer dinero de la nada, o pagar un escueto peaje por la endeble esperanza de ver su inversión multiplicada. Mucho gasto de ilusión que aprieta el monedero, pero somos así al parecer, un poco gilipollas.
Arriesgamos el dinero a los pocos, o a los muchos, depende de cuánto tengas o cómo de imbécil seas. Porque no, chico, no, no hay de media quince expertos jugadores por bar de la puta nada. El sitio donde apuestan los que apuestan no es una mierda de página web. Si algo me ha enseñado Casino, además de a no meterme con Joe Pesci, es que eso de forrarse apostando es privilegio de muy pocos y una gran fuente de gasto inútil para el resto.
Me juego lo que queráis.
Alfonso Rois
- Lo es, por supuesto.
Completamente de acuerdo. Hubo una parodia de la pelicula Casino en la que el protagonista decia “Al final la gente nos mandaba directamente los sobres con el dinero. Así al menos se ahorraban el viaje.” Dicho de otra manera, siempre gana la banca.