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Columnistas: Consentimiento

No hay un infierno lo suficientemente profundo para ti

Ya que os gustó “Mariconazos Constitucionales” voy a seguir hablando de sexo. (Se ve que eso vende, eh viciosillos?)

Hace poco me he encontrado en redes sociales una defensa, llamémosla muy liberal, sobre la pedofilia, argumentando que las antiguas asociaciones LTGB defendían a pedófilos y demás. Es defender lo indefendible, quizás con la intención de ser el más guay de todos en libertad y tolerancia, quizás porque no se tiene puta idea de lo que se está hablando.

Pero empecemos por el sexo: ¿Que es lo más importante? ¿Cual es el requisito indispensable? ¿Que sea tras el matrimonio? ¿Que haya condones? ¿Que participen al menos tres animales de granja? ¿Que provoque 47 orgasmos por participante?

Lo más importante, simplemente es el consentimiento y la voluntad de hacerlo. Punto. Dos personas o ciento noventa y seis al cubo. Todos deben consentir. Hombre, mujer, trans, queer, zarigüeya otherkin o reina alien, todos deben entender que hacen ahí y aceptarlo.
El consentimiento o su falta es la piedra angular en muchas de las violaciones que llegan a los juzgados, y muchos de sus alegatos surrealistas: ¿Por qué no cerró bien las piernas? ¿Por qué se emborrachó? ¿Por que vestía con cuatro tiras de gasa y un sombrero? Sin embargo todos esos aspectos son indiferentes. Los ingleses han hecho un vídeo impagable utilizando una taza de té como alegoría de echar un polvo, y no he encontrado hasta la fecha una mejor forma de definir el consentimiento sexual.

clic aquí para ver vídeo

El vídeo deja muy claro que un consentimiento implica un conocimiento de lo que está pasando y la posibilidad de revocar dicho consentimiento en cualquier momento del acto. (A posteriori no. hay cosas que son absurdas. Si durante el acto la otra persona se comporta de una forma que te hace pensar “no quiero seguir” no sigas. Dilo. A estas alturas todos deberíamos saber la importancia de la comunicación en una buena relación sexual).

Sin embargo, volvamos al tema de los menores: ¿Por qué un menor no puede follar? Porque como persona humana pre sexual, no está capacitado o capacitada para dar un consentimiento válido, para entender lo que está pasando y lo que puede implicar. Cualquier aperturismo al respecto es meramente inadmisible.

Si bien la nueva ley penal, que ha elevado la edad minima para otorgar consentimiento de los 13 a los 16 años también me parece un absurdo, porque seamos realistas: Dos chavales de instituto, de 14 o 15 años echan un polvo y ¿quien ha violado a quien? Esta situación podría aplicarse cuando hay un adulto en medio, pero no puedes legislar de espaldas a la sociedad. Debes entenderla como es, y no forzarla a ser como tú quieres que sea.

El problema es que el argumento que se defiende pasa por analizar cada caso, cada relación entre un adulto y un menor por la posibilidad de si ese menor está capacitado para otorgar consentimiento y si efectivamente lo dio, si es una relación abusiva o es ese precioso y romántico hamor entre donceles y efevos y su puta vida… No puedo aceptar eso.

Quizás mi juicio esté viciado porque hace poco vi Spotlight, pero no es difícil encontrar citas de religiosos que achacan la culpa de las agresiones sexuales a los menores que van provocando (si es que vestís a los monaguillos como putas, no te jode…). La frase es “Puede haber menores que si lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de trece años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan.” Esto lo dijo el Bernanrdo Álvarez, obispo de Tenerife)

¿Os imagináis la atrocidad que supone plantar a un chaval de 13 años en un tribunal a que se decida si él fue un sexy provocador sexual? Esa cría intimidada por lo que es un adulto, una figura de autoridad, y el deseo de no contrariarlo, de no perder esa confianza, de ser castigada porque ella es pequeña y no sabe lo que es lo correcto, pero el adulto si que lo sabe así que debe de confiar en él.

Hace años, para los casos de alcoholemia al volante, se llegaba a plantear la defensa de la diferente tolerancia al alcohol en seres humanos. “Señoría, que me bebí la producción mensual de Jack Daniels en el intervalo de media hora y luego cogí el coche? Si, pero estoy acostumbrado y hasta el cubata número 218 soy capaz de manejarme perfectamente”. Esto llegaba a juicio, y finalmente, con el fin de imponer un punto de vista penal orientado a la prevención se optó por aplicar una tabla, una graduación del alcohol en sangre y que esto sea conjunto. El fin de esta ley era disuadir de conducir bajo la influencia de bebidas alcoholicas porque a fin de cuentas, a los tíos que atropellaste yendo como una cuba les importa una mierda si eres capaz de bajarte 10 chupitos en 9 segundos y ellos representan aquí el bien jurídico a proteger: Su derecho a no ser aplastados por un puto borracho. E incluso sin pasar por el ejemplo extremo de matar a una persona: Mi derecho a que mi coche aparcado tranquilamente siga entero sigue pesando más que el tuyo a pillar un volante con tres birras de más. ¿Por qué? Porque lo tuyo está expresamente prohibido. Punto.

Aquí es igual. Hasta cierta edad, no hay margen de tolerancia con el consentimiento. A partir de ella, puede haberlo, no haberlo y decirse mentiras acerca de si lo hubo o lo dejó de haber. Hay un límite positivo (en el sentido de “positum”: Impuesto. Más info, el Positivismo Jurídico de Kelsen, que expone que solo es ley aquello que está establecido e impuesto como tal).

Sin embargo, mucha gente está afectada por la pedofilia como trastorno. Mucha gente siente esa atracción y no puede evitarlo. He leído algún artículo, alguna entrevista, siempre con el nombre cambiado. Sinceramente, lo siento por ellos. En especial por los de las entrevistas que leí, ya que eran conscientes de su atracción, del daño que podían llegar a hacer si sucumbían a ella y reprimían sus deseos. Tiene que ser jodido saber que vives anhelando algo que puede ser brutalmente destructivo para una persona en sus años de mayor vulnerabilidad. Espero que encuentren una salida. No son monstruos… Al menos hasta el momento en el que lleguen a tocar de verdad a un menor.

Y esta es la otra cara de mi defensa sin ambages de hetero rolero metalero a cualquier tipo de sexualidad: Cualquier cosa que suceda entre dos o más personas que, siendo capaces de hacerlo, consientan en que suceda, es puto asunto suyo. Implique turbo lovers sudorosos, mujeres con aspecto de leñador, genderqueers vestidos de pavo real venusiano, strapons, cadenas o pizza con piña. No es asunto mío.

Cualquier falta de un “si” es NO.

Semper fi

Ukio

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