No hace mucho una de nuestras más brillantes colaboradoras nos habló muy vehementemente de Futurama, una de las brillantes series de animación creadas por Matt Groening, el célebre artífice de Los Simpson. Pues bien, resulta que el bueno de Matt ha estado de estreno hace relativamente poco con, cómo no, una nueva serie de animación: Desencanto.
Ambientada en un tiempo que recuerda a la Edad Media, Desencanto es una serie de animación poco convencional protagonizada por Bean, una joven borracha y malhablada que prefiere beber y pelear antes que pasar por el altar. Y rima y todo. Esta princesa de cuento poco ortodoxa que para nada busca príncipe y sí mucha juerga cuenta con un par de compañeros de peripecias: Elfo, que es, básicamente un elfo tan apalominado como colado por Bean, y Luci, un demonio con malas intenciones que pasa la mayor parte del tiempo indignado por ser siempre confundido con un vulgar felino y cuyo principal pasatiempo es inflarse a malinfuenciar a una muchacha ya de por sí no muy sensata. El entorno familiar no mejora con un padre desquiciado adicto a arrojar cetros ventana abajo y una madrastra ausente en torno a la que gira un misterio que se va desentrañando a medida que avanza la temporada.
Pero vamos a lo que importa: ¿me ha gustado lo que he visto? ¿Estamos ante una nueva revelación de Groening? Pues la crítica viene a decir que ni fu ni fa. No ha cuajado entre los expertos, quizá porque es más lenta y pesada que Futurama o Los Simpsons. Podríamos decir que Desencanto tiene su propio ritmo y que en los tres o cuatro primeros capítulos se antoja densa y en exceso descriptiva, pero a medida que avanza la temporada se vuelve más dinámica. Es más, ese cambio de ritmo se advierte ya en la duración media de cada capítulo, que es de unos 35 minutos. Huelga decir que, aunque sea una serie de animación, está pensada para un público adulto: las alusiones al sexo son más que frecuentes, hay más violencia y sangre de la que me esperaba y las drogas también son una constante. De niños, nada. Realmente podríamos decir que es una serie hecha con otro molde, que nace de la irreverencia de personajes locos y grotescos que pueden incluso hacerse predecibles en algunos momentos, pero el producto final no deja de tener ese toque desternillante que hace de marca distintiva en las creaciones de Groening.
Desencanto cuenta con una temporada ya disponible en Netflix, pero por lo que sabemos ya hay confirmadas segunda, tercera y hasta una cuarta. No se puede decir que su estreno haya sido glorioso, pero recordemos que ninguna de las series de Groening contaron con un estreno especialmente boyante y hoy en día son prácticamente pilares elementales dentro del mundo de la animación. Como conclusión final, y a modo siempre de opinión personal, a mí me ha gustado. Es un producto distinto y probablemente su mayor problema, además de ese ritmo que no acaba de cuajar, es que viniendo de la mano de quien viene el listón está tan alto que se vuelve en su contra. El hype que desprende tiene su propia vara de medir, y claro, con unas expectactivas tan elevadas como genera el nombre “Groening” en una producción no es fácil empezar bien. Ni estar a la altura.
Alfonso Rois