Título Original: BLACKKKLANSMAN Dirección: Spike Lee Guión: S. Lee, K. Willmott, D. Rabinowitz, Ch. Wachtel (Libro: Ron Stallworth) Intérpretes: John David Washington, Adam Driver, Topher Grace y Laura Harrier País: EE.UU. 2018 Duración: 128minutos ESTRENO: Noviembre 2018.
El director de películas como Malcom X o La última noche nos presenta en esta ocasión la historia del primer policía negro de la ciudad de Colorado Springs en 1979. Esta película podría ser reflejo de la situación y estado actual de su director, Spike Lee, que ya calza los 61 años y parece hallarse en un estado sereno no desprovisto de ironía madura. Así, lo que a primera vista podríamos pensar que será un drama racial que sacuda conciencias y nos alerte de peligros que desgraciadamente vemos cada vez más habituales en nuestra sociedad de hoy en día, se convierte en un alocado thriller cuando nuestro protagonista, cansado de sufrir humillaciones constantes derivadas del racismo que planea en la sociedad y en la comisaria donde trabaja, se lanza al más difícil todavía: infiltrarse en el Ku Klux Klan de su zona.
La película parte de la premisa inicial de estar basada en hechos reales, y es que el director tenía el reto de conseguir que esta rocambolesca situación de cambios de identidades e infiltraciones resultase creíble. Está claro que no sucedió tal y como el director nos lo cuenta, pero lo que nutre su trama principal en cierta forma sí ocurrió. Y lo que pasó es precisamente eso, que un policía negro se infiltró en el propio Ku Klux Klan ayudado por otro agente judío. El policía negro se ganaba la confianza de los miembros más relevantes a través de conversaciones telefónicas. Luego, una vez establecidos los contactos, su compañero, judío blanco, le suplantaba. Quizás el director comete un grave error al presentar a los miembros de la organización del Ku Klux Klan, que aparecen como una panda de paletos ridículos a los que se les está gastando la broma del siglo. Pero entonces es cuando los protagonistas de la película acuden a salvarla. La química entre ambos y algunas líneas de diálogo especialmente brillantes evitan que nos evadamos de la acción. Lo que parece reforzarse en la propia película es su sentido del humor, señal inequívoca de que, pese a quien pese, incluido Trump y sus xenófobas locuras, la integración racial gana terreno día a día. Así el director más que un alegato nos presenta una caricatura del racismo y de sus ideólogos y ramificaciones varias. Quizás no sea la mejor película de su director, pero siempre remueve por dentro.
Ainhoa Urgoitia