El verano cada vez está más cerca y con él llega la etapa del año que está plagada de conciertos, festivales, fiesta y, sobre todo, grandes dosis de presión sonora. No obstante, si no quieres aguarte la fiesta deja que te demos algunos consejos.
En todas las culturas (y focalizándonos concretamente en el mundo occidental) es muy habitual que se nos inculquen buenos hábitos desde la infancia. Lavarse las manos antes de comer, tener una dieta equilibrada, no acercarse demasiado al televisor y, enmarcado dentro de la salud e higiene auditiva, no subir demasiado el volumen de los auriculares. Sin embargo, esta última afirmación está incompleta (¡aunque hacedle caso también, por favor!). No existe ningún tipo de conciencia social sobre el efecto negativo que puede tener sobre nuestra salud la exposición repetida y prolongada a un volumen excesivo de sonido.
Ese pitido…
¿Alguna vez después de salir de fiesta o ir a un concierto has acabado escuchando un pitido? Desafortunadamente, lo más seguro es que sí. No es una señal de que te estés volviendo loco, pero tu cerebro y tu oído interno te están tratando de decir que has cometido un exceso.
La buena noticia es que estos pitidos (llamados acúfenos o tinnitus) la mayor parte de las veces son totalmente reversibles y no se quedan en más que en una simple molestia temporal. Sin embargo, si sigues frecuentando ambientes muy ruidosos sin la protección adecuada no sólo perderás audición, sino que ese pitido puede acompañarte el resto de tu vida. Y no, a día de hoy no tiene cura, por lo que es totalmente irreversible.
Protégete
Es probable que nunca te hayas fijado, pero la mayor parte de los técnicos de sonido de alto nivel empiezan el concierto sin protección auditiva y, tras una o dos canciones, se ponen tapones y mezclan el resto del concierto con ellos. Si no hicieran esto, debido a estar trabajando constantemente en un ambiente sumamente ruidoso, se quedarían sordos muy jóvenes además de tener que sufrir de forma perpetua un pitido constante que les recordase su inconsciencia. El oído es su herramienta de trabajo y, como no la cuiden, en poco tiempo tendrán serios problemas laborales.
Cabe destacar que no es un problema que afecte sólo al gremio de profesionales del mundo del espectáculo. Plantéate que si por ejemplo estás sirviendo copas en una discoteca (o algo equivalente) estás sufriendo exactamente el mismo problema: mucha presión sonora durante un tiempo prolongado y, consecuentemente, daño auditivo que puede acabar siendo irreparable.
¿Y qué pasa con la gente que no trabaja de nada relacionado con eso y tan sólo quiere pasárselo bien? La salud auditiva no está reñida con ello. Si sólo vas a conciertos o discotecas una vez al año probablemente el impacto que tenga sobre tu oído sea totalmente despreciable. Si por el contrario eres un “alma de la noche” lo siguiente que deberías hacer tras leer este artículo es ir a comprar tapones.
Los tapones no son incómodos
Si nunca has probado tapones olvídate de todos los mitos y prejuicios que puedas tener en contra de ellos. A pesar de que existen tapones hechos a medida, si sólo los necesitas para salir e ir a conciertos varias veces al año, hay soluciones económicas (por menos de 10€, los cuales puedes reutilizar) que te permitirán cuidarte.
Respecto a qué tal se escucha la música con tapones, están diseñados para bajar el volumen general. En un concierto de rock estándar lo normal es que el ruido sea algo mayor a 100 dBs SPL. Esta cantidad excesiva de presión sonora se atenuará de forma más o menos estable frecuencialmente (proporción de graves, medios y agudos). Tanto la reducción de volumen como la respuesta en frecuencia variará en función de lo que hayamos pagado por los tapones: cuanto más caros, más protección y se escuchará lo más parecido a no llevar nada. En el caso de los tapones de precios humildes obtendremos la suficiente reducción de presión sonora y percibiremos ligeramente algo menos de agudos. Eso sí, los tapones no afectan a la capacidad de poder disfrutar del concierto.
Todos conocemos a gente mayor que con 70 u 80 años tiene problemas de audición. Esta generación vivió en un mundo mucho menos ruidoso que el actual. Si no cuidamos de nuestros oídos tendremos esos mismos problemas muchísimo más jóvenes. Todos los sentidos son importantes y perder uno de ellos tendría un gran impacto en nuestro día a día. Quedarse parcial o totalmente sordo conduce al aislamiento ya que dificulta enormemente la comunicación y, debido a que somos animales sociales, puede conducirnos incluso a la depresión. Así que ya sabes, este verano ponte protección.
Manu Duro