Paint it Black, píntalo de negro. The Rolling Stones publicaba esta joya del rock un ya lejano 16 de mayo de 1966. Recordamos, por si hay alguien que no lo sabe, que estamos hablando de uno de los grupos de rock más absolutamente legendarios que han existido y que, además, llevan dando guerra nada menos que desde 1962. Estas leyendas – porque, admitamoslo, es lo que son- han dado rock a nuestros abuelos, a nuestros padres y, en mi caso, si los tuviera, podría estar dándoselo a mis hijos. Mic Jagger, el principal cantante de la banda británica, tiene 76 años. Son, sin hacer desprecio al término, los abuelos del rock. Y qué abuelos.
Repasando el currículum de la banda podemos hayar en su haber la friolera de 25 discos de estudio, premios para los que habría que hacer estanterías muy altas y discos vendidos como para amortizar varias fábricas de verbatim sólo con cd´s piratas. Grammys, premios Juno, MTV Video Music Awards… hasta están en el libro Guiness de los records por la gira más exitosa de todos los tiempos. Todo esto entre otros muchos reconocimientos tales como estar – vaya sorpresa- en el Salón de la Fama del Rock desde 1989. Se podría expresar de esta manera: Si siendo musulmán debes peregrinar a la Meca una vez en la vida, siendo rockero probablemente deberías verlos, al menos, una vez en directo.
No será la última vez que hablemos de esta leyenda del rock por lo extenso de su discografía y la relevancia histórica de su trabajo. Hoy nos centraremos en uno de sus temas más icónicos, el ya mencionado Paint It Black.
Incluido en álbum Aftermath (1966), fue compuesto por Mick Jagger y Keith Richards y basta oírlo una sola vez para darse cuenta de su mayor peculiaridad: es la única canción que ha llegado a ser número uno que incluye el sonido del sitar, un instrumento de cuerda pulsada de origen indio similar a la guitarra pero con un mástil muy largo.
Obviamente, el sitar no es un instrumento de lo más popular en el rock y, sin embargo, ahí está. Esto quizá se deba a algo que con frecuencia se puede oír decir de los Rolling: es una banda que siempre ha destacado por saber capear las modas adaptándose musicalmente a los tiempos que corren. Y tiene sentido, uno no echa 50 años siendo un dios del rock sin aprender unas cuantas cosas.
Quizá os estéis preguntando por qué un sitar, pues muy fácil. Brian Jones, el multiinstrumentista de la banda, se aburría de las melodías convencionales y empezó a experimentar con nuevos sonidos. Además, él ya tenía contacto con este instrumento desde hacía tiempo. Obviamente, el experimento fue todo un éxito pues, en el momento de su lanzamiento ocupó durante varias semanas el primer puesto tanto en USA como en el Reino Unido.
¿Pero de qué va la canción? Pues la canción, y esto lo sabréis ya si controláis algo de la lengua de shakespeare; habla sobre la depresión, la tristeza y la desolación. El color negro sirve para dar imagen a esta metáfora basada en simples colores. Se dice que Jagger tomo inspiración de James Joyce y su novela Ulises, ya que toma literalmente el extracto para la canción: “I have to turn my head until my darkness goes” refiriéndose precisamente a esta tristeza y desolación universal. Es más, aunque no lo he mencionado antes, existe cierta relación entre este éxito de los Rolling y el Norwegian Wood de los Beattles, puesto que Jones compuso lo que luego serían las melodías básicas del sitar de Paint It Black tras hablar con George Harrison no mucho después de que este grabase un sitar para la conocida canción de los Beattles. En el libro Brian Jones: The Making of the Rolling Stones, su autor, Paul Trunka, destaca la influencia del sitar de Harrison e incluso llega a vincular ambas canciones. Por supuesto, Jones negó rotundamente cualquier tipo de conexión.
Pero sigamos con el contenido. Si estamos atentos a la letra, además de percatarnos fácilmente de este juego de metáforas basado en colores, veremos que la canción nos ubica, por decirlo así, en un funeral. Y es curioso como siendo una canción hecha para expresar desolación, tristeza o depresión, transmite musicalmente muy buenas vibraciones. Es como si la propia música tuviese la catárquica habilidad de tomar este amalgama de emociones negativas y dolorosas y convertirlo en un una canción que, al menos a mí, me levanta el ánimo.
Como nota curiosa, la canción se editó originalmente como “Paint it, Black”. Un error de la discográfica Decca Records que generó cierta controversia racial un tanto absurda si tenemos en cuenta que se puede descartar cualquier alusión racial con sólo escucharla una vez. Ah, y que no se me olvide, la canción ocupa el puesto 174 de la lista de la Rolling Stone de las 500 mejores canciones de la historia. ¿Sabéis cuanto tiene que molar tú grupo – no ya para estar incluida en una lista de las mejores canciones de la historia- sino para dar nombre a la puñetera lista? Pues eso. Amén a los Rolling.
Alfonso Rois