Muchas veces, haber tenido vocación musical significa haber coqueteado con la idea de que tu música llegue a todos los rincones del planeta. Muchas veces esa idea se va diluyendo con los años y de ello no queda más que el recuerdo de un sentimiento. Pero, muy muy pocas veces, aparece alguien en la escena musical que te hace recordar la ilusión que tuviste antaño, y te demuestra que en ocasiones, las estrellas nacen. Billie Eilish es, con tan sólo 18 años, una de las artistas más interesantes del panorama actual, un fenómeno mundial en toda regla y por ello una estrella, aunque ya no tan emergente. Su historia, aunque corta, empieza hace ya algunos años.
2001. Los Ángeles, meca del cine y uno de los lugares más propensos en el mundo para el nacimiento de una estrella. Un hombre y una mujer que sin ser de L.A. resultan en uno de las más típicas clases de ciudadanos angelinos, un matrimonio de actores, tienen un hijo. Se trata de Finneas Baird O’Connel, un niño al que inminentemente empezará a acompañar una hermana pequeña. El 18 de diciembre nace Billie Baird O’Connel. Ambos, hermano y hermana, reciben educación en el hogar y desde muy pequeños empiezan a mostrar interés por la música. A los 12 años, Finneas ya compone y escribe canciones, y a los 11, Billie, siguiendo los pasos de su hermano mayor, empieza a crear e interpretar su propia música.
2015. Tras mucho tiempo aprendiendo música y baile, la profesora de danza de Billie requiere una coreografía de su alumna y la anima a hacerla sobre una canción original. Billie pide a su hermano Finneas que le deje usar uno de los temas que él mismo compone para su banda. Así nace Ocean’s eyes, el primer single de Billie Eilish, que corre como la pólvora en SoundCloud y YouTube. A estas primerísimas alturas de su carrera, ya se empieza a vislumbrar cuál puede ser el futuro de Billie como artista. La canción parece una propuesta electropop, con cierto énfasis en el beat, los juegos con la tesitura y las distorsiones vocales, y aunque la estructura puede resultar plana, el resultado es increíble, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de una niña de 14 años. Billie Baird O’Connell ha dejado paso a Billie Eilish.
2017. En los dos últimos años, Billie Eilish se ha empezado a labrar una reputación musical y estética. A su primer EP, Don’t smile at me, acompaña un aspecto característico e inusual. Variados tintes de pelo, ropa holgada de colores llamativos y una mirada que en ocasiones juega a ser más gris que azul, y a ratos intenta ser más azul que gris, hacen de Billie una figura increíblemente reconocible a sus 16 años. Y, si bien a nivel estético el personaje se está asentando, a nivel musical el camino empieza a ser recorrido. En canciones como Bellyache, uno de sus singles más famosos, así como en el resto del EP, Billie hace gala de un uso más acentuado del beat y de la distorsión vocal, y sobre todo de un matiz que empieza a destacar en su música: su voz, un instrumento que parece frío, aunque, además de verse cada vez más y mejor adornado, comienza a querer romperse.
2018. Billie lanza dos exitosos singles, You should see me in a crown y When the party’s over, acompañados de dos exitosos videoclips que contienen imágenes tan llamativas como la de una araña saliendo de la boca de Billie o a ella misma bebiendo un extraño líquido negro que después expulsa por los ojos. Su presencia como actriz principal en sus videoclips, y esa estética estrafalaria a la que se suma un gusto por lo sórdido, provocan que su música se viralice por partida doble. Además, estos dos singles presentan una evolución, una especie de aura que los hace parecer formar parte de lo mismo. Son los primeros avances de algo que supondrá, al año siguiente, la explosión total de Billie Eilish. Al menos de momento.
2019. El mundo ha cambiado, han pasado muchos años desde que el LP dejó de ser la carta de presentación de un artista, y por ello, los meses anteriores al lanzamiento del que será su primer álbum de estudio están plagados de lanzamientos de singles. La desafiante propuesta de los videoclips que los acompañan suma y suma a un carro que no parece tener límite. Canciones como Wish you were gay o Bad guy vuelan, y Billie empieza a situarse en un extraño puesto, a medio camino entre la artista emergente, la estrella pop y el icono transgresor. El colofón llega el 29 de marzo, cuando sale a la luz When we all fall asleep, Where do we go? Le llaman explosión, estallido, consagración… pero lo realmente importante es que Billie Eilish está aquí definitivamente. El disco, que lleva a la máxima expresión todo lo que la artista ha venido forjando, es un auténtico crisol en el que se funden cientos de ideas y al que es difícil poner categorías. Hay en él influencias que van desde el trap a Lana del Rey, con líneas de bajo que parecen sacadas de un disco de los los Arctic Monkeys, felices ukeleles que se contrastan con llorosas líneas de voz, y poderosos beats que, por si fuera poco, hacen que el disco sea bailable. Cabe destacar que Finneas, el hermano mayor de Billie, participa en la composición de todos los temas del álbum, pero de todos modos, cuesta comprender que algo así salga de una persona de apenas 18 años.
2020. Los premios Grammy otorgan a Billie varias menciones. Artista más joven en toda la historia en ganar el premio a Mejor Álbum, primera mujer en ganar las 4 categorías generales y la única persona en la historia que lo hace además de Christopher Cross… reconocimientos que se suman a las buenas críticas y al inmejorable acogimiento popular que ha tenido el álbum durante el año pasado. Por si los Grammy no eran suficiente, días antes de la gala, Billie es anunciada como intérprete de la canción de la nueva entrega de James Bond. El día 14 de febrero el tema ve la luz. No time to die, compuesta por Finneas e interpretada por Billie, contiene arreglos orquestales de Hans Zimmer y resulta una canción oscura y muy adaptada a la línea de la franquicia. Billie Eilish ha salido de su estilo, pero sigue ahí, y es que la ruptura vocal que venía anunciando durante toda su carrera llega aquí a su cota más alta. La película de Bond debe retrasar su estreno a causa de la pandemia de Covid-19, pero el tema resulta exitoso en muchos países igualmente. Billie sigue sumando.
Y hasta hoy hemos llegado. Billie Eilish es, a pesar de lo artificial de parte de su música, una artista que inspira y expira pureza. Pureza al moverse, pureza al bailar, y sobre todo, pureza al desatar esa voz desmigajada que mientras viaja arriba y abajo parece mantenerse siempre en una extraña frontera. Como un cristal roto cuyas piezas nunca llegan a separarse, las palabras que salen de su boca lo hacen de un modo difícil de explicar. Es la artista del momento, si es que eso existe, y será la de muchos en el futuro.
Si a mediados de 2020 la carrera musical de una chica de 18 años da para verter elogios de este modo, se me hace difícil ponerle un límite a la que será su leyenda. Podría ser que la industria actual, amiga de las estrellas efímeras, decida pronto que Billie Eilish ha pasado de moda, pero, al menos en mi interior, algo dice que, al igual que otros milagros precoces como fueron en su día Stevie Wonder o Michael Jackson, Billie Eilish Pirate Baird O’Connell ocupará un lugar importante en el panteón de la música. Y es pronto para vaticinar, seguro, pero estoy convencido de que también es pronto para ser simplemente una estrella.
Javier G. Sobrado