El sol empieza a vacilar con ponerse tras el vasto mar que conforma el horizonte, los primeros y tímidos rugidos de los coyotes se combinan con el soplo de la brisa para juntos conformar la sempiterna sinfonía de la noche en el desierto. La paz y la monotonía habituales en este paraje, se ven de repente amenazadas por la lejana presencia de un Ford Mustang de 1973, cuyas luces, al igual que un cuchillo ardiente atraviesan la oscuridad nocturna. En su interior sólo se haya un único viajero, sin punto de partida ni destino, a varios cientos de millas del poblado más cercano. Sin embargo, no parece importarle, puesto que la única ruta por la que se guía es por la del tiempo. Desde su parabrisas ve amaneceres y atardeceres, nubes llenas de lluvia y soles que hacen justicia al calor del desierto. Como si de una road movie setentera de Dennis Hopper se tratase, todo lo hasta ahora descrito es la plasmación visual por antonomasia de uno de los temas más conocidos de The Doors: Riders on the Storm.
La década de los setenta asomaba en el horizonte musical con la confirmación de una serie de grupos en el ámbito angloparlante entre los que destacaban unos jóvenes Led Zeppelin, Pink Floyd o The Doors. Estos últimos, desde su llegada, habían sabido darle un punto de giro a la noción de la música rock. A pesar del predominio de las bandas británicas durante esos años, en los Estados Unidos estaba forjándose un fenómeno de masas liderado por Jim Morrison, The Doors se mostraba como uno de los grandes baluartes de la música rock. A pesar de nacer formalmente a mediados de la década anterior, no sería hasta unos años después cuando se confirmarían definitivamente gracias a trabajos como L.A Woman, que a la postre acabaría siendo su último álbum grupal tras el fallecimiento de su vocalista. En este disco, en el que se incluye el sencillo Riders on the Storm, la banda toca techo al hibridar las formas más psicodélicas del rock con otros géneros entre los que destaca la marcada presencia del blues y el R&B.
Riders on the Storm, que en un par de meses cumplirá ya su primer medio século de vida, nace como un prototipo de canción de rock psicodélico, pues, en los más de siete minutos de la versión del álbum se incluyen sonidos de lluvia, truenos, la voz de Morrison superpuesta en forma de eco y un largo etcétera que convierten a este sencillo en un fidedigno representante de esta corriente. Su mayor influencia, tal como han reconocido miembros de la banda, es el sencillo Ghost Riders in the Sky: A Cowboy Legend, una canción de blues compuesta más de dos décadas atrás por Stan Jones y versionada en numerosas ocasiones por artistas y bandas del calibre de Tom Jones o Jhonny Cash. También se suele señalar como referencia la historia del asesino serial Billy Cook, quien tras asesinar a una familia entera en 1950, hizo autostop y asesinó nuevamente a la familia que accedió a llevarlo. Esta vertiente tiene su principal apoyo en la línea << there is a killer on the road… If you give this man a ride sweet family will die. Killer on the road, yeah>>. Otra lectura, más filosófica, une la letra de Riders on the Storm, concretamente el verso << into this world we were thrown>> con la línea de pensamiento del filósofo Heidegger, quien aseguraba a través del concepto de arrojamiento que la mera existencia es el estado básico del ser humano. De hecho, esta visión existencialista de la letra es la más popular, dado que el propio Morrison, autor en exclusiva de la misma, había tenido contacto con las doctrinas de la filosofía existencialista tras sus estudios en la Universidad de Tallahasse, Florida. No obstante, también se atisban rasgos de otras vertientes como el nihilismo, al negar la importancia de nuestros actos. Incluso se llega a presentar al amor como una salida a esta angustia vital con párrafos como <<Girl, you gotta love your man, take him by the hand, make him understand the world on you depends, our life will never end, gotta love your man, yeah>> aunque el tono global de la composición se aleja de cualquier lectura positiva.
Independientemente de la interpretación que cada uno quiera darle, Riders on the Storm constituye una de las grandes composiciones de The Doors, una proclama a lo etéreo y al inevitable paso de la vida, en definitiva, uno de los grandes hits de la música psicodélica agrandado por la casi simultánea muerte del legendario Jim Morrison.
D. Andrade