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Especial: 10 miniseries

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Aunque a medida que han pasado los años las diferencias de calidad y forma entre series y miniseries son cada vez más difíciles de encontrar, lo cierto es que hubo un tiempo en el que decir miniserie era decir cierto nivel de riesgo, cierto margen de experimentación, y sobre todo, ciertos estándares de calidad que el resto de las series difícilmente soñaban con alcanzar. A continuación, 10 grandes ejemplos de miniseries. Nadie dice que sean las 10 mejores, ni que sean las únicas imprescindibles, pero, desde luego, son una buena prueba de las grandísimas historias que se han abordado desde este formato, y también un buen reclamo para revisitarlas, o quizás tener la suerte de disfrutarlas por primera vez.

Secretos de un Matrimonio (1973, Ingmar Bergman)

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Resulta en un claro ejemplo de cómo las miniseries siempre han tendido a los estándares del cine más que a los de la televisión, el hecho de que Ingmar Bergman fuese el creador, escritor y director de una de las más importantes de su tiempo. Secretos de un Matrimonio es, probablemente, una de las obras más densas jamás reproducida en una pequeña pantalla. En 6 episodios de 50 minutos cuenta las idas y venidas de Marianne (Liv Ullmann) y Johan (Erland Josephson), un matrimonio de la clase media-alta sueca de los años 70, y lo hace a través de algunas de las líneas de diálogo más extensas, y a la vez geniales, de la historia de la ficción audiovisual, destacando ante todo la increíble interpretación de Liv Ullmann.

Pocas obras se han aproximado tan cruda, real y profundamente a los entresijos de las relaciones matrimoniales como esta pequeña joya del maestro Bergman, quien tendría más incursiones en el medio televisivo posteriormente con, por ejemplo, la miniserie Fanny y Alexander. La miniserie fue montada nuevamente en 1974 como una película de 3 horas, llegando a ganar, entre otros premios, el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera.

Yo, Claudio (1976, Jack Pullman)

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Miniseries y adaptaciones literarias siempre han ido de la mano, y Yo, Claudio es un gran ejemplo. Esta producción, con la cual la BBC dio un enorme paso de cara a presentarse como productora transgresora y de enorme importancia en el medio, tuvo por delante la titánica tarea, compartida con la novela original, de contar la historia de la Dinastía Julio-Claudia desde la perspectiva de Claudio (Derek Jacobi), su último integrante, lo cual implican más de 100 años de historia de la Antigua Roma, con una gran cantidad de personajes, elipsis, y situaciones por batir, en una época aún muy alejada de las ficciones históricas con presupuestos millonarios.

Es cierto que el uso y abuso de decorados, y la realización en vídeo, la hacen parecer teatro filmado, pero también es cierto que Yo, Claudio sigue pareciendo transgresora a día de hoy. Personajes profundos observados a través del prisma de la interpretación de algunos de los mejores nombres de la actuación británica de la época, incluidos algunos que pronto serían estrellas, como John Hurt en su recordado papel de Calígula. Yo, Claudio puede resultar difícil de abordar teniendo en cuenta los estándares de producción actuales, pero su valor, su tono ácido y su magnífica escritura y reparto la elevan por encima de cualquier traba.

Raíces (1977, Alex Haley)

El 23 de enero de 1977, la cadena ABC emitía el primer capítulo de Raíces, una miniserie dividida en 8 entregas, que adaptaba la obra Roots: The Saga of an American Family. En ella se contaba la historia de Kunta Kinte (LeVar Burton), un joven, y posteriormente, un hombre nativo de Gambia que es forzado a viajar a América como esclavo a mediados del siglo XVIII. El programa sería emitido durante 8 noches consecutivas, y aunque en un principio muchos consideraron que un producto así con una forma de emisión tan extraña sería un fracaso, lo cierto es que llegada la noche del 30 de enero, más de 100 millones de personas vieron finalizar la historia de la familia de Kunta Kinte, siendo aún hoy uno de los programas más vistos de la historia de la televisión americana.

Sin duda, Raíces fue un hito, y no en vano está considerada la primera miniserie exitosa en la historia del medio en Estados Unidos. Su atrevimiento a la hora de dar el protagonismo a los orígenes de tantos ciudadanos afroamericanos en unos años 70 desde los cuales quizá aún no hayamos evolucionado lo suficiente siempre será recordado como un momento imprescindible, en el cual la cultura, en este caso en forma de miniserie, dio un paso importante de cara a crear un mundo más justo donde todas las personas de todas las comunidades tengan derecho a verse representadas.

El Decálogo (1988-1990, Krzysztof Kieślowski)

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Otra incursión de un afamado cineasta en la ficción televisiva que se saldó como una miniserie para la historia. Aunque Krzysztof Kieślowski aún no había realizado su famosa Trilogía de los Colores cuando escribió y dirigió El Decálogo, ya tenía en su haber un buen número de estrenos en salas, algo que sin duda se nota en el tono marcadamente melancólico de esta especie de antología religiosa. La miniserie cuenta, en cada episodio, una historia ocurrida a diferentes habitantes de un complejo residencial en la Polonia de finales de los años 80, y del mismo modo, cada una de estas entregas hace referencia, metafórica y alegóricamente, a cada uno de los 10 mandamientos de la tradición judeo-cristiana.

No cuesta admitir que las proporciones artísticas de este Decálogo son gigantescas. Como prueba de ello, la miniserie, llegó a a ser premiada en certámenes del calibre de San Sebastián o Venecia, y en concreto, una versión extendida del capítulo No Matarás, apercibió los premios del Jurado y de la Crítica en el Festival de Cannes, así como el título de Mejor Película Europea en la edición de 1988 de los Premios del Cine Europeo.

Hermanos de Sangre (2001, Stephen Ambrose)

Tras ocuparse del tema en 1993 y 1998 con las películas La Lista de Schindler y Salvar Al Soldado Ryan, Steven Spielberg continuó invirtiendo tiempo y recursos artísticos en el que es uno de sus tema fetiche, sea como director o productor: la Segunda Guerra Mundial. Además de la saga de videojuegos Medal Of Honor, Spielberg produjo dos miniseries sobre el tema, en compañía además de Tom Hanks. Hermanos de Sangre es la primera de ellas, una epopeya bélica y dramática que cuenta, a lo largo de 10 capítulos, la historia de la Easy Company, un batallón del ejército estadounidense que luchó en el frente europeo de la contienda armada más grande de la historia.

Basada en la novela homónima de Stephen Ambrose, la miniserie, producida por HBO, acierta en su elevada apuesta de producción, marca de la casa de la cadena de televisión por cable norteamericana, pero sobre todo en su búsqueda del equilibrio entre hombres transformados en héroes y el puro horror de la guerra. The Pacific fue su secuela espiritual, ocupándose en este caso del otro gran frente de la Segunda Guerra Mundial.

State of Play (La Sombra del Poder) (2003, Paul Abbott)

450 minutos repartidos en 6 capítulos de puro thriller político de la BBC, que además sirvió de trampolín a una recua de fantásticos actores, e incluso a su realizador David Yates, quien se encargaría a posterior de gran parte de la saga Harry Potter. La Sombra del Poder fue una de esas miniseries que dejaron marca en la retina de muchos de los ingleses que la disfrutaron. Su inteligente guion, conspirativo a la par que clarividente y entretenido, y sus sólidas interpretaciones de la mano de algunos conocidos del cine y la televisión como David Morrisey, quien sería el Gobernador en The Walking Dead; el ya veterano Bill Nighy o el siempre magistral James McAvoy.

La historia sigue a unos periodistas que investigan la muerte de la amante de un cargo político en Reino Unido. La propuesta y sus alicientes son, cuanto menos, atractivos. En 2009 se realizó un remake estadounidense en forma de largometraje, que no alcanzó las cotas dispuestas por esta, la obra original.

La Mejor Juventud (2003, Marco Tullio Giordana)

Pensada como miniserie, estrenada como película en las salas italianas, y finalmente emitida en la RAI como lo que siempre ha sido: una miniserie de 4 capítulos, a razón de 90 minutos por entrega. Para algunos, La Mejor Juventud es el Novecento de la segunda mitad del siglo XX, y razones no le faltan a la miniserie para atesorar tamaño título. La apuesta es mastodóntica, retratar la historia de Italia desde los años 60 hasta el comienzo del siglo XXI, haciéndolo a través de dos hermanos, Matteo y Nicola, y de Giorgia, una chica que rompe su normalidad.

Emotiva, conmovedora, bonita, nostálgica, histórica, íntima… Resulta difícil cercar en calificativos a un proyecto de tal tamaño, pero lo claro es que todo lo que se pueda decir sobre ella es más que bueno. Cabe destacar que, a razón de su paso por salas, participó en varios certámenes cinematográficos de primer calibre, llegando a ganar 6 premios David di Donatello, así como el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes.

Crematorio (2011, Jorge Sánchez-Cabezudo)

La única producción española de la lista no es una elección cualquiera. Crematorio, serie de 8 capítulos de 50 minutos, fue una de las primeras producciones originales de Canal + en el campo de la ficción seriada, y a su vez constituyó una de las primeras ocasiones en las que, por aquel entonces, la televisión española miró a los ojos e hizo frente, en cuanto a calidad y ambición, a la industria norteamericana.

La miniserie, basada en la novela homónima de Rafael Chirbes, cuenta la historia reciente de Rubén Bertomeu (José Sancho), un magnate de la construcción que trata de llevar a cabo la creación de un complejo llamado Costa Azul, en su localidad natal, la ficticia y levantina Misent. El principal reclamo y apoyo de la serie es este, su protagonista, un hombre con pocos escrúpulos pero una suerte de carisma extraña que cala en el espectador de un modo difícil de explicar. Mención especial para el hombre tras el personaje, la interpretación de José Sancho lo eleva hasta ser, sin duda, uno de los mejores protagonistas de cuantos hemos disfrutado en la ficción seriada española.

Chernobyl (2019, Craig Mazin)

Hace poco más de un año, la ponderosa HBO y la británica Sky reunieron fuerzas para crear la que sin duda fue la miniserie del año, y según algunos portales web de crítica y semejantes, la mejor serie de televisión de la historia. El título le vendría grande a cualquiera que lo llevase, pero seamos sinceros, a unos más y a otros bastante menos. Chernobyl es de estos últimos.

Los hechos son de sobra conocidos, la miniserie cuenta, a lo largo de sus 5 capítulos, la parte más humana, íntima y polémica del famoso accidente nuclear ocurrido el día 26 de abril de 1986 en lo que actualmente es Ucrania. La producción es asombrosa, el reparto y la escritura son sobresalientes, y el resultado final es, por momentos tan triste, por momentos tan fuerte y por momentos tan impactante, que sin pertenecer al género del terror, infunde mucho más miedo que casi cualquier otra cosa que se pueda ver en pantalla. No cabe duda de que Chernobyl es todo un logro y que será recordada como una de las mejores miniseries de todos los tiempos.

El Colapso (2019, Les Parasites)

Es la actualidad y, de la noche a la mañana, el sistema colapsa. ¿Os suena de algo? ¿Esto no lo hemos vivido? El Colapso es, sin lugar a ningún tipo de duda, la serie (o miniserie) más oportuna de los últimos años, y es que cuando el pasado noviembre los espectadores franceses tuvieron la suerte de disfrutar por primera vez de sus 8 capítulos de 22 minutos, nadie podía advertir que el contenido de la ficción sería más profético que fabulador.

A través de episodios rodados en plano secuencia, El Colapso nos cuenta las consecuencias de precisamente eso, el colapso del sistema en el que vivimos, y lo hace con una crudeza, una veracidad, y un reparto de culpas tan equitativo y acusador que asusta. El Colapso avisó, pero sigue avisando del lugar al que podríamos ir si nada sigue sin cambiar. Una apuesta terriblemente trascendente y que, por desgracia para el mundo en que vivimos, se ha ido haciendo, durante su por ahora corta existencia, cada vez más imprescindible.

Javier G. Sobrado


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