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Especial: Los mejores juicios de los 90

Películas de juicios

Que la década de los 90 es una de las más brillantes en cuanto a cine no se pone en duda. El silencio de los corderos, Cadena perpetua, La lista de Schindler, Fargo, Reservoir Dogs, Parque Jurásico, El rey león, El club de la lucha… la lista es inmensa. Cine para todos los gustos, largometrajes que hoy día ya se consideran clásicos, otros que dejaron huella en la historia del séptimo arte o, incluso, que marcaron un antes y un después. 

Un subgénero fue especialmente mimado en los 90, en gran parte gracias a los arrolladores éxitos de las adaptaciones de las novelas de John Grisham: el thriller judicial. Te traigo siete tremendos juicios que se grabaron a fuego en nuestras retinas, que nos obligaron a plantearnos ciertas cuestiones y que, ante todo, son un tremendo disfrute. 

Las dos caras de la verdad (Primal Fear)

películas de juicios

Lo cierto es que esta película se quedaría en un thriller judicial sencillo y entretenido si no fuera por un nombre: Edward Norton. El papel de Aaron fue su debut con el que no solo consiguió el Globo de oro a Mejor Actor de Reparto, sino además la nominación a los Premios Oscar en la misma categoría. 

Un conocido abogado (Richard Gere) defiende a un monaguillo (Norton) acusado del despiadado asesinato de un Arzobispo. Esto destapará negocios oscuros en los que relacionan a la propia Iglesia, que podría estar interesada en utilizar al joven Aaron como cabeza de turco. 

Encontraréis un juicio cargado de giros inesperados, interrogatorios cargados de cuentas personales pendientes y un estupendo tándem formado por los dos protagonistas. Bailaréis un instante con la certeza y al siguiente con la duda continuamente. Y es que no se trata tan solo de juzgar al acusado, sino a la propia sociedad y sus élites.  

El espectador se convierte, en esta ocasión, en el abogado defensor, todo está enfocado desde su punto de vista y nos contagiará sus dudas a lo largo de toda la cinta. 

Algunos hombres buenos (A Few Good Men)

Si te gustan las películas de juicios, seguro que te entusiasma si además añadimos un escenario militar. Estamos ante uno de los casos cinematográficos más recordados. 

El marine William T. Santiago aparece muerto en la base de Guantánamo y dos de sus compañeros son acusados. Aseguran que se ha tratado de un accidente mientras seguían las órdenes de sus superiores de castigar a Santiago por infringir el Código de Honor. Daniel Kaffee (Tom Cruise) es el encargado de la defensa con la ayuda de Weinberg (un eclipsado e infravalorado Kevin Pollak) y Gallaway (Demi Moore). Encabezando la acusación, un más que correcto Kevin Bacon

Los superiores de los acusados no son otros que el coronel Jessep (Jack Nicholson) y el teniente Kendrik (Kiefer Sutherland). Sin embargo, acusar a dos militares de semejante rango es peligroso y motivo de Consejo de Guerra. Kaffee deberá tirar de los hilos con sumo cuidado en una investigación que nos mantendrá en vilo y que culminará, de una sentada, en un apasionante juicio que nos obsequió con uno de los discursos más impresionantes de la historia del cine. Y es que… ¿quién no recuerda el término Código Rojo? 

Por supuesto el espectador se meterá en la piel de la defensa en este caso, que se preguntará si a menudo lo necesario es también lo correcto y si el conocido honor de la Marina lo justifica todo. 

Sleepers

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Tremendo elenco en una película que quedó algo olvidada y que en muchas ocasiones incomoda al espectador por su crudeza. 

Cuatro adolescentes provocan un accidente del que sale gravemente herido un hombre. Serán condenados a ingresar en una cárcel de menores en la que sufren abuso sexual y físico a manos de los guardias. Ya adultos, dos de ellos se topan con el jefe de aquellos guardias (un espeluznante Kevin Bacon) y no dudan en asesinarlo. Serán sus otros dos amigos, uno convertido en fiscal (Brad Pitt) y otro en periodista (Jason Patrick), quienes se esforzarán en librarles de la condena y hacer públicos los abusos cometidos en su juventud. Contarán con la ayuda del padre Bobby (De Niro), quien siempre ha permanecido al lado de los muchachos, y de un abogado algo torpe (Dustin Hoffman). 

Nos encontramos ante un juicio en el que la moral se antepone a la ley. En esta ocasión seremos jueces abrumados por cada nuevo dato. La complicidad de acusación y defensa por desviar la atención hacia sucesos pasados que justifican el crimen presente nos mantendrá en vilo con el eterno debate de si un asesinato a sangre fría puede llegar a ser justificado. 

El crisol (The Crucible)

Pese a su calidad, El Crisol fue una película de juicios rápidamente olvidada en un año repleto de estupendas cintas (entre ellas las nombradas Sleepers y Las dos caras de la verdad). El otro lado de la vida el de Mejor Guion Adaptado. 

El propio Arthur Miller se encargó del guion que adaptaba su novela. Nos traslada a 1692, en Salem, donde acusan a un grupo de chicas de brujería. La trama se complica cuando Abigail (Wynona Ryder) acusa también a su antiguo amante John (Daniel Day Lewis) y a su esposa Elizabeth (Joan Allen, nominada a Mejor Actriz de Reparto), con el objetivo de vengarse por ser abandonada por John.  

En plena América colonial, la intolerancia y la ignorancia se cogían de la mano en ocasiones como esta. De repente, todos tus vecinos se convertían en jueces. Una acusación como la de brujería, considerada muy grave, podía ser el modo de librarte de alguien molesto para ti, tu negocio o tu familia. Por eso será más sencillo para el espectador ponerse esta vez en la piel de los acusados de un juicio corrompido por la mezquindad y la crueldad que se aprovecha de las creencias, el miedo y la fe ciega.

Philadelphia

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Este impresionante largometraje supo utilizar un juicio de forma extremadamente inteligente para reflejar una sociedad asustada por lo desconocido. Y dejar claro que, a menudo, el miedo puede sacar nuestra peor faceta. Puede que hoy día eso haya cambiado, pero desde luego, en 1993 muchos espectadores acabaron en la piel de los miedosos en lugar de en la de la víctima. Lo reconocieran o no. 

Andy Beckett (Tom Hanks y su Oscar a Mejor Actor) es un joven abogado con un futuro prometedor por delante. Sin embargo, cuando sus jefes descubren que padece VIH le despiden sin contemplación. Es entonces cuando Andy contrata a Joseph Miller (Denzel Washington en uno de sus papeles más complejos) quien deberá defenderle en el juicio mientras sufre su propia batalla interna cargada de prejuicios. 

Esta vez estamos ante un largo y detallado juicio a nivel técnico. Se irá alternando con una subrama en la que abogado y cliente estrecharán lazos mientras vamos desentrañando lo más oscuro de muchos de sus protagonistas. El miedo, de nuevo, toma un protagonismo poderoso e invade el juzgado. Recordemos que estamos a mediados de los 90, cuando el VIH entraba en su pleno apogeo, aún rodeado de información equivocada o malinterpretada que lo convertía en un descontrolado monstruo que podría poner en peligro a nuestros seres queridos, nuestros empleos y a nosotros mismos. 

Tiempo de matar (A time to kill)

Tiempo de matar fue quizá una de los más destacables thrillers judiciales en lo 90 por la estupenda acogida en su estreno…pero ya olvidada. Dirigida por Joel Schumacher y basada en la primera novela del abogado John Grisham (filón asegurado en Hollywood), este film pone en tela de juicio a la propia justicia y a quienes la imparten. 

En Mississippi, dos jóvenes blancos se emborrachan, secuestran a una niña negra de diez años y la abandonan tras violarla salvajemente, dándola por muerta. A las puertas del juicio irrumpe Carl Lee (Samuel L. Jackson), el padre de la pequeña, y dispara contra los violadores acabando con sus vidas. ¿Qué vida vale más, la de dos despiadados violadores blancos o la de su asesino, padre destrozado pero negro? 

Matthew McConaughey consiguió, con su primer papel protagonista, el premio MTV Awards Movie al Mejor Actor Revelación. Su personaje, Jake Brigance, será el letrado encargado de defender a Carl Lee. Junto a él, rostros del calibre de Donald y Kiefer Sutherland, Sandra Bullock, Kevin Spacey y Ashley Judd

El caso removerá conflictos aún no superados en el estado de Mississippi despertando al Ku Kux Klan y a la Asociación pro derechos de los afroamericanos (NAACP). Un sistema judicial dominado por blancos, un pueblo sureño habitado en su mayoría por negros y un abogado que pondrá en peligro su propia vida por salvar la de su cliente… un juicio escalofriante y sobrecogedor que juzgará sus propias leyes.

 El cliente (The Client)

Antes de Tiempo de matar, el director Joel Schumacher llevó a la gran pantalla otra de las novelas de John Grisham. Protagonizada por Susan Sarandon y Tommy Lee Jones, narra como Mark (el tristemente fallecido Brad Renfro), un niño de once años, se tropieza con el abogado de una organización criminal. Este le desvela secretos acerca del asesinato de un senador antes de suicidarse en su presencia. El fiscal Roy Foltrigg (Tommy Lee Jones) presiona a Mark para que le cuente lo revelado por el abogado y el chico, temeroso por la seguridad de su familia, acude a Regina Love (Sarandon), una abogada de poca monta. 

El duelo interpretativo de Sarandon y Jones se refleja perfectamente en sus dos roles. Del mismo modo, sus personajes lucharán con sus mejores armas, triquiñuelas, vacíos legales y, como no, la quinta enmienda, repetida hasta la saciedad en películas de este subgénero. Sin duda todo juicio se vuelve más apasionante con un buen duelo de letrados. Y es que, mientras el fiscal es severo anteponiendo el cumplimiento de las leyes a todo (incluso a la protección de un niño y su familia), Regina Love intentará encontrar un vacío legal en el que su cliente pueda refugiarse. 

Una vez más, la justicia se juzga a sí misma enfrentando la ley a la ética, la obligación moral frente a la personal. Es por eso que te recomiendo que disfrutes de este juicio desde los ojos del juez, sin duda la postura más compleja.

Si crees que hemos repasado al completo las películas de juicios de los 90, permíteme decirte que nada más lejos de la realidad. Muchas se han quedado en el tintero, a la espera de que las descubras… ¿se te ocurre alguna más?

Elia Ríos


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