Ya podemos disfrutar en cines de Joker, la esperada cinta destinada a arrojar luz sobre los orígines del archivillano de Gotham. A los mandos se encuentra un ya conocido Todd Phillips, que tiene en su haber títulos como Resacón o Starsky y Hutch. Es curioso que sea precisamente un director consagrado en la comedia el encargado de dar vida a la versión más áspera, cruda y realista del misterioso payaso. Pero bueno, quizá no llame tanto la atención si observamos, tras un breve buceo por su filmografía, que su primera realización fue un documental sobre el pintoresco GG Allin. Parece que a Philips le gustan los personajes variopintos.
No recuerdo la última vez que salí del cina tan satisfecho de ver una película de DC. Quizá cuando vi la trilogía de Batman, el caballero oscuro, para más señas. Pero no voy a hacer comparaciones porque realmente no hay lugar para ellas. Este es el Joker más trágicamente humano, más crudamente realista y más inquietante que al menos yo he visto nunca. Poco a poco se van articulando las piezas que convierten a un joven y desdichado enfermo mental en un maníaco, sin aspavientos ni artificios extraños se van tensando todas las cuerdas y uniendo todos los cabos que hacen aflorar el Joker dentro de Arthur Fleck, un muchacho que sólo quería vivir haciendo reír a los demás.
Es espeluznate y tensa porque parece ser la realidad que supera la ficción. Dan escalofríos de sólo pensar que, si no fuera una película, podría ser esa aterradora historia real en la que está basado el personaje de cómic. No vayan al cine buscando superhéroes ni acción porque no la encontrarán. Se trata de un drama loablemente bien construido que evita los clichés, que te sorprende aún cuando ya sabes lo que va a pasar.
La interpretación de Joaquin Phoenix es soberbia. La pena es no haber podido verla en versión original para disfrutar de su trabajo sin un doblaje que, si bien no malogra para nada la película, seguramente no llegue a plasmar todos los matices de su actuación. Cosa que, por otro lado, es totalmente comprensible.
Quizá pueda criticarse un poco su ritmo pausado, pero al final todo buen guiso reclama su tiempo de cocción. La transformación del inicial Arthur Fleck al desquiciado Joker es tan suave y progresiva como comprensible. Todos los momentos clave se van sucediendo con delicada precisión conectando el personaje del cómic con la vida real hasta un punto en que es muy fácil olvidarse de que estás viendo una película basada en el universo DC. Joker es la incómoda narración del nacimiento de un villano a raíz de una trágica concatenación de desgracias y tensiones personales que hacen de la película un drama épico donde Phoenix pone el matiz inquietante. Soprende cómo el actor contorsiona su espalda en algunos planos hasta ser extremadamente turbador y, atención especial merecen las numerosas carcajadas que se van sucediendo a lo largo la película que, aunque no sabría decir con exactitud cuáles se doblan y cuáles no, todas ellas son un componente agregador de tensión e incomodidad que se jusfican brillantemente en la enfermedad mental. Las carcajadas hasta la asfixia o incluso la danza son sólo algunas pinceladas de lo que podemos esperar de esta nueva versión del payaso de Gotham.
En síntesis, podemos concluír diciendo que Joker triunfa soberanamente a la hora de darle, no sólo un transfondo a la historia, sino también un cariz muy humano y realista al archivillano de Batman. Sin duda, una más que recomendable película donde la gracia está, precisamente, en que no tiene pizca de gracia.
Alfonso Rois