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Blues: Howlin’ Wolf

Howlin' Wolf

No hace mucho, hablábamos de la rica herencia con la que el blues había regado las raíces del rock y el heavy metal. Qué menos podemos hacer para honrar tamaño aporte a la historia de la música que hablar de uno de los bluesman más importantes y reverenciados de la escuela de Chicago: Howlin’ Wolf.

Se trata de uno de los pesos pesados, nunca mejor dicho, dada su inmensa presencia física, del blues americano. Nacido como Chester Arthur Burnett, debe su nombre al veintiunavo presidente de los Estados Unidos (Chester A. Arthur). Aunque se mudó a Chicago en su edad adulta, su lugar de nacimiento fue Mississippi. No tuvo al principio la mejor de sus infancias, sus padres se separaron cuando el tenía solamente un año. Se quedó con su madre hasta cumplir los diez, cuando esta lo echó de casa en pleno invierno. Se dice que por no querer trabajar en la granja, pero no hay consenso en las razones. La expulsión de su madre lo llevó a vivir con su tío, que le obligaba a trabajar de sol a sol sin poder ir a la escuela. Con este último tendría un desencuentro alrededor de la muerte de un cerdo que terminaría con su tío persiguiéndole para azotarle subido a lomos de una mula. Tras el suceso y según sus propias palabras, caminó 137 kilómetros con los pies desnudos hasta llegar a reunirse con su padre y su familia extensa. Allí encontró, por fin, un hogar feliz.

Su andadura musical comenzaría de la mano de un maestro inigualable, Charley Patton, el padre del Delta Blues. Él le enseñaría a tocar la guitarra, pero no sería su única influencia de los músicos del Delta. En cuanto al canto, su iniciación vendría dada de su deseo de imitar el blues yodelin (canto a la tirolesa) de Jimmie Rodgers. Sin embargo, su canto tenía más similitudes con un gruñido o aullido. Lejos de desanimarlo, terminó por ser una de sus señas de identidad.

«I couldn’t do no yodelin’, so I turned to howlin’. And it’s done me just fine»

«No pude hacer ningún yodelin (canto de tirolesa)’ así que me volví a aullar. Y se me ha dado bien».

Howlin Wolf

Aún a pesar de que esto podría esclarecer el origen de su apodo, lo cierto es que el nombre viene de antes. Al parecer, habría sido su abuelo materno quien se lo puso. Wolf mató unos polluelos estrujándolos imprudentemente y su abuelo le regañó tratando de asustarle diciéndole que los lobos de la zona vendrían a por él. Otra hipótesis, esta vez de la mano del conocido historiador del Blues Paul Oliver, indicaría que el propio Burnett habría reconocido que fue el mismo Jimmie Rogers quien lo habría bautizado así.

Volviendo al plano musical, si bien fue Charley Patton quien le dio sus primeras lecciones de guitarra, en cuanto a la armónica, fue otro maestro quien le iniciaría. Ni más ni menos que Sonny Boy Williamson II, al que conoció cuando se mudó a Arkansas en 1933. Pasaría toda esa década tocando en clubes. Para cuando fue reclutado para el servicio obligatorio ya tocaba la armónica y una joven guitarra eléctrica.

Unos cuantos años después, ya en los cincuenta, un ojeador independiente se fijó en él y lo llevó ante el que posteriormente sería el fundador del legendario estudio y discográfica Sun records, Sam Phillips. Ni que decir tiene que se quedó impresionado:

«God, what it would be worth on film to see the fervour in that man’s face when he sang. His eyes would light up, you’d see the veins come out on his neck and, buddy, there was nothing on his mind but that song. He sang with his damn soul.»

«Dios, lo que valdría ver grabado el fervor en el rostro de ese hombre cuando cantaba. Sus ojos se iluminaban, veías las venas salir de su cuello y, amigo, no había nada en su mente más que esa canción. Cantó con su maldita alma»

Los primeros singles que vieron la luz a través del ingeniero de Sun Records, es decir, Moanin at Midnight y How Many More Years, se publicarían a través de la compañía de Leonard Chess, quien pronto acordaría un contrato con Wolf e insistiría en su mudanza a Chicago. Ya asentado en la ciudad, reformuló su banda. Cabe decir que nuestro protagonista trabajaría con multitud de excelentes músicos tanto en vivo como en las sesiones de estudio porque, en contra de la tónica general, el bueno de Burnett tenía la costumbre de pagar bien y a tiempo.

En este periodo destaca la notoria rivalidad que mantendría con Muddy Waters, otro consabido icono de la escuela de blues de Chicago. El nexo de unión de esta rivalidad no era otro que otra leyenda de la época que también trabajaba para los hermanos Chess: Willie Dixon. Este último escribía canciones para ambos, lo que a menudo terminaba en reproches de Wolf hacia Dixon, según él, siempre le daba las mejores canciones a Waters. Tanto era así, que el letrista terminó por usar la psicología inversa con él, diciéndole, para que aceptara sus canciones, que las había escrito para Waters.

Su primer LP, Moanin in the Moonlight, salió en 1959. La posterior década de los sesenta daría a la posteridad algunas de las canciones más célebres de Wolf, tales como Wang Dang Doodle, Little Red Rooster, Killing Floor, Back Door Man, I Aint Superstitious o Goin Down Slow. Algunas de estas canciones serían posteriormente popularizadas por incipientes estrellas del rock que van desde Jeff Beck, Rolling Stones, Jimmy Hendrix o The Doors:

https://www.youtube.com/watch?v=o23znQ99LyU

Los nuevos tiempos traían consigo una revisión del blues que atraía a las juventudes blancas también. Burnett fue uno de los primeros en subirse a este carro y explotar este nuevo filón haciendo gira por Europa con otros artistas del género en 1964. Un año más tarde llegaría incluso a hacer aparición en televisión tocando Little Red Rooster con los Rolling Stone. En este nuevo periodo Wolf grabaría discos en conjunción con otros artistas. Desde The Super Super Blues Band con Bo Diddley y su rival Muddy Waters; pasando por The Howlin Wolf Album, que mezclaba jazz con rock psicodélico; hasta The London Howlin Wolf Sessions, en compañía de figuras del rock británico como Eric Clapton.

Como no podía ser de otra manera, ya en aquellos tiempos se estilaba el llamar la atención como forma de aumentar las ventas. De la mano de una de estas estrategias llegó el que podríamos llamar el álbum «chasco» de su carrera, al menos, en cuanto a ventas se refiere. El título del infame álbum era el anteriormente mencionado The Howlin Wolf Album, hasta ahí todo bien. El público objetivo era el ámbito hippie, la idea de Leonard Chess era llamar la atención de este sector con una portada atrevida. De este modo, en grandes letras negras sobre fondo blanco disponía: «Este es el nuevo álbum de Howlin Wolf. No le gusta. Al principio tampoco le gustaba su guitarra eléctrica». Claro, no funcionó.

Wolf llegaría a publicar en vida doce álbumes. El último de ellos, The Back Door Wolf, tendría una duración limitada ajustándose a su ya delicado estado de salud. Falleció a los 65 años a raíz de complicaciones en una intervención quirúrgica de riñón motivada por un accidente de tráfico anterior. Los últimos años de su carrera se vieron mellados por su salud, incluso llegaron a limitar sus actuaciones a 21 temas para no extenuarle demasiado.

Muchas fueron las particularidades que llevaron a Wolf a ser uno de los blusistas más queridos y respetados de Chicago. Su imponente presencia física, su vozarrón y la habilidad de sacudir hasta los cimientos los locales donde tocaba congraciaban a quienes pudieron verlo en directo. La reputación de buen pagador le procuró el estar rodeado siempre de músicos de primera línea, lo que en último término repercutía directamente sobre el buen nombre de su banda. Con cuarenta años y siendo en la práctica analfabeto, era capaz de mantener una vida sosegada, sin perderse en lujos. A tenor de esto, el mismo decía que fue el único bluesman en ir desde el Delta hasta Chicago en su propio coche y con cuatro mil dólares en el bolsillo, algo infrecuente en la época. Como nota curiosa y a la vez triste, trató de reconciliarse con su madre e incluso darle dinero, pero su madre le rechazó aludiendo a que el blues era la música del diablo.

Varios son los méritos y reconocimientos que pueden ayudarnos a entender el peso de este titán del blues: En 1972 la universidad de Columbia premió su trabajo y trayectoria con un doctorado en artes. Por otro lado, su tema Smokestack Lightning fue premiado con Grammy Hall of Fame Award por la importancia histórica de su grabación. Asimismo, el Rock and Roll Hall of Fame incluye Smokestack Lightning, Spoonful y The Red Rooster (posteriormente Little Red Rooster) en su lista de las 500 canciones que dieron forma al rock.

Bastida


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