Se termina Juego de Tronos. Si estás leyendo esto y no has visto la temporada o el final, te recomiendo que no sigas leyendo puesto que se avecinan spoilers. Suponiendo que lo hayas visto, es probable que no estés especialmente contento con cómo ha acabado. Honestamente, yo tampoco. Y que conste que voy a criticar la serie sabiendo que no estoy en disposición de decir que sería capaz de firmar ni el peor de los episodios de la producción llamada a ocupar, nunca mejor dicho, el trono en disputa del audiovisual. Al menos, de las series.
Partamos pues de la base de que, aunque no sea capaz de mejorar el producto que me han presentado, ni de lograr realizar el peor de sus capítulos, puedo igualmente tener una opinión sobre él. Y no sólo eso, sino que obviamente respeto mucho todas las partes implicadas en tan colosal y sublime producto de entretenimiento. Y aquí terminan los halagos. Vamos con las razones por las que no te gustó la última temporada de Juego de Tronos:
1º Porque matan a los muertos en el tercer episidio
Yo comencé a ver la serie no mucho después de que se estrenara la primera temporada. Y por aquel entonces ya pudimos ver caminantes blancos, toda la serie cultiva unas inmensas expectativas en torno a ellos que se materializan en el capítulo tres. No discuto que fuese obligado terminar con esa subtrama, pero hacerlo sólo en un episodio -y de la manera en que se hizo- no me convence y no hace justicia al hype que ellos mismos generaron.
2º Por cómo Arya mata al rey de la noche
Cero problemas con el hecho en sí. Gran problema con lo forzado que resulta. Si bien es verdad que Arya era una notable asesina, una consumada asesina, de hecho, el final parece demasiado sacado de la manga y sabe a Deus ex machina por más que no lo sea, o no lo sea del todo. Y es que ahí es a donde vamos. Juego de Tronos se ha auto impuesto unos estándares muy altos y la octava temporada, por decirlo de una forma suave, no parece Juego de Tronos.
3ºAquí no espicha ni el tato
Otro problema importante del tercer episodio, quitando la muerte de los caminantes y la forma en la que Arya se corona como reina del mambo y salvadora de la humanidad, es que no muere nadie. Nadie realmente importante muere en la batalla contra ni más ni menos que la propia muerte. Di tú que por lo menos no faltaron hielos para los cubatas de los festejos.
4º La incoherencia de los escorpiones
Pues sí, que en un episodio dos tiros maten a un dragon adulto -que según el propio George R.R. Martin es prácticamente invulnerable en el aire- y en otro episodio Daenerys no tenga ni que sudar para acabar con cientos de ellos… pues no cuadra. Es impropio de una serie que ha hecho gala de un realismo y un cuidado excepcional por los detalles.
5º Daenerys pierde el norte con las campanas
Daenerys escucha las campanas y con ello es consciente de que sus enemigos se han rendido pero, la visión del castillo rojo, construido por su familia tanto tiempo atrás, es el desencadenante de que pierda el norte y arrase la ciudad. Me encanta el giro, la verdad. Que se convierta exactamente en aquello contra lo que luchaba es algo que dota a la serie de una profundidad humana muy interesante. El problema es que una vez más es forzado y parece que estamos más bien ante Daenerys – la loca de las campanas- que ante a un personaje que hemos visto crecer y desarrollarse durante ocho temporadas.
6º Un final demasido complaciente
Creo que es innegable que hay cierto fan service en la serie. Es decir, todo sale a “pedir de Milhouse”. Jon no muere, Tyrion es castigado volviendo a ser la mano del Rey, Arya se va explorar, Sansa consigue ser reina marcándose el proceso separatista más corto y exitoso de la historia y en general a todo el mundo le parece bien que Bran -ya no el cuervo de tres ojos- comande El Reino. Un Reino que, ahora, es una suerte de democracia burguesa. Sin duda no parece la misma serie que nos colapsó el cerebro en la boda roja borrando del mapa a media familia Stark.
7º Lo que pudo ser y no fue
A menudo la serie nos ha mostrado como todo estaba previsto y calculado al detalle. Hodor es buena prueba de ello. La última temporada estaba llamada a resolver todas las intrigas y juegos de poder de la serie en un colofón final donde cada ficha encontrase su lugar de tal forma que al caer la última carta todos contemplaramos con estupor como ese naipe final – no necesariamente épico- pone cada cosa en su lugar. Un final orquestado desde el principio, digno de una serie fresca, sorprendente e imprescindible. Pero no ha sido así. El final, detalle arriba o detalle abajo, no parece ni es el broche de oro de genialidad que definía la serie.
No soy partidario de buscar culpables pero tampoco excusas. Bien es verdad que el montaje resulta apurado y la narración pierde verosimilitud con tanta prisa y tan poco episodio, pero no es excusa para una serie de este calibre. Ni la falta de presupuesto ni de tiempo. Lo cierto es que, al final, el lugar que Juego de Tronos estaba destinado -o parecía destinado- a ocupar, queda libre, y nosotros no podemos hacer más que aprender y disfrutar mientras esperamos que llegue el siguente candidato.
Valar Morghulis
Algo me dice que GOT volverá a la pequeña o gran pantalla de alguna u otra forma. Muy buen artículo.
En realidad no me interesa como termino.. Me molesta la falta de información, no explican el porque de los caminante, el porque de bran, quien era el príncipe o princesa prometido